Este domingo, 47,7 millones de franceses estaban llamados a participar en las elecciones regionales y departamentales, los últimos comicios antes de las próximas elecciones presidenciales. Sin embargo, como vaticinaban los sondeos, muchos de entre ellos no acudieron a la cita: la tasa de abstención, superior al 66%, según las primeras estimaciones, marca un récord sin precedentes. Tras el cierre de los colegios electorales, los primeros resultados a nivel nacional dan a la derecha tradicional entre un 27,2 y 29,3% de los votos, la izquierda socialista obtendría entre un 16,5 y 17,6%, la extrema derecha entre un 19,1 y 19,3% y la formación macronista entre un 10-11%.

La crisis sanitaria y la falta de trascendencia que tendrían a ojos de muchos estas elecciones, explicarían, según una encuesta realizada para France Télévisions, la baja participación. Si bien, con las presidenciales a la vuelta de la esquina, esta cita con las urnas, destinada a renovar los consejos regionales y departamentales, con competencia en materia de transporte público, educación secundaria, planificación territorial o acción social, es un verdadero test para Emmanuel Macron, cuya formación cuenta con una ínfima implantación territorial, y, sobre todo, para Marine Le Pen, cuyo partido podría, por primera vez en su historia, liderar un gobierno regional, lo que confirmaría su ascenso y aceptación entre los franceses. 

Incidentes en Marsella

La escasa participación también podría explicarse por varios imprevistos, como los registrados en Marsella, capital de la región de Provence-Alpes-Côte d’Azur, donde la extrema derecha se erige como favorita: su candidato, Thierry Mariani, se alzaría con el 35,7% de los votos frente al 33,5% alcanzado por su principal rival, el conservador Renaud Muselier, de Los Republicanos (LR). En la ciudad de la Costa Azul, ciertos colegios electorales no abrieron sus puertas por falta de personal para atenderlos, según el consistorio marsellés, 20 presidentes de los 40 designados para ocuparse de la jornada electoral no acudieron a la convocatoria. “En Marsella [...]: ¡34 colegios electorales cerrados! La vergüenza. ¿Qué valor tiene una elección así?", lamentó el líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon.

Al norte del país, en la ciudad de Cousolre, en la región de Hauts-de-France, donde la lista macronista incluye a pesos pesados del Gobierno, incluido el ministro de Justicia, Éric Dupond-Moretti, no faltó personal para vigilar los comicios, pero sí papeletas de voto. Hasta el mediodía, sólo se ofreció a los electores las papeletas de seis listas, faltaban así las papeletas de la unión de la izquierda, reunida en torno a la candidatura de Karima Delli.

Una segunda vuelta decisiva

A pesar de la fuerte movilización de la formación de Emmanuel Macron en dicha región, Xavier Bertrand, su actual presidente, candidato a su reelección y aspirante confirmado a la próxima carrera hacia el Elíseo, se erigiría como favorito con un 44% de los votos frente al 24,4% conseguido por la lista del Reagrupamiento Nacional (RN). “Cada uno se encuentra frente a sus responsabilidades, yo asumí las mías haciendo del Frente Nacional (ahora RN) mi único enemigo”, comentó Bertrand tras el cierre de las urnas, haciendo referencia a la frustrada estrategia de La República En Marcha (LREM) que, con la excusa de frenar el avance de los ultraconservadores, incluyó en su lista a ministros y secretarios de Estado, si bien, los conservadores consideraron tal estratagema como un intento de desgastar a un futuro rival.

Según las reglas del escrutinio, solo las listas que consiguen más del 50% de los votos en la primera vuelta pueden ahorrarse la segunda. Si ninguna lista consigue alcanzar dicho umbral, aquellas que reúnen un 10% pueden participar en la decisiva segunda vuelta, por lo que, el próximo domingo 27 de junio, los duelos podrían ser triangulares e, incluso, cuadrangulares en ciertas regiones. El partido de Emmanuel Macron, que, salvo sorpresa, no conseguirá hacer con ningún gobierno regional, sí podría jugar un papel esencial en su configuración.