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Crisis en Afganistán

La victoria de los talibanes genera cambios en la estrategia de lucha del yihadismo

Grupos vinculados a Al Qaeda han dejado de apostar por el terrorismo global para centrarse en los conflictos locales - El grupo fundado por Bin Laden bascula hacia el pragmatismo, todo lo contrario que el Estado Islámico

La gente con los años cambia y Abu Mohammad al Jolani, uno de los yihadistas más buscados del mundo, líder del grupo Hayat Tahrir al Sham (HTS), no es una excepción. Hace unos años era el cabecilla de la filial de Al Qaeda en Siria y combatía tanto contra los soldados del régimen del presidente sirio de Bashar al Asad como contra la oposición rebelde y más moderada. Por aquel entonces, Al Jolani se dejaba fotografiar al más puro estilo yihadista: uniformes militares caqui, kalashnikovs, barba desaliñada digna de los preceptos más conservadores del islam y pelo recogido bajo un turbante blanco o negro, según la ocasión que se plantease.

Pero los años han pasado, decíamos, y donde el líder de HTS se ponía antes un turbante, ahora se corta el pelo; donde antes lucía una barba de meses, ahora está otra redondeada y bien afeitada. El uniforme militar y el kalashnikov se han ido: ahora Al Jolani se deja entrevistar con camisa azul, americana negra y un bolígrafo en la mano. 

Guía para combatientes

Su metamorfosis sigue el ritmo de otra que, en paralelo, está cambiando completamente la cara del yihadismo global. "El punto de inicio claro fueron las primaveras árabes. Y sobre todo desde 2013, cuando el comando central de Al Qaeda publicó una nueva guía de prácticas para los combatientes”, explica Michael Barak, investigador del Instituto Internacional Contra el Terrorismo

“Fue como una especie de Lonely planet muyahidín, en la que se cambiaron las tácticas para derrotar al principal enemigo, el ‘enemigo cercano’: los regímenes locales apoyados por Occidente. En esa guía, Al Qaeda dice a sus combatientes que eviten matar cristianos, chiís y gente de otras minorías religiosas siempre sea posible. La guía fue un cambio sin retorno en el grupo y abrió la puerta a la cooperación con otros grupos locales, yihadistas o no, que pueden no querer un califato global pero comparten el mismo interés de derrotar a los gobiernos locales”, continúa Barak.

No enfadar a Occidente

Y así, el yihadismo global aprendió de sus errores del pasado. El atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York supuso la intervención estadounidense en Afganistán, que terminó con un régimen talibán que hospedaba a la cúpula de Al Qaeda. De igual forma, los atentados en el Bataclán de París y el resto de atentados terroristas que le siguieron en Europa empujaron a la creación de la Coalición Internacional contra el Estado Islámico, que acabó derrotando al grupo yihadista en 2018.

La lección está clara: las facciones que han sobrevivido son aquellas que han prometido dejar a Occidente tranquila. “Veinte años después del 11-S, EEUU no ha destruido a los grupos yihadistas, pero estos han cambiado su forma de pensar. Y este cambio se debe a las revueltas populares, pero sobre todo a las campañas militares estadounidenses contra ellos”, escribe en un ensayo uno de los máximos expertos mundiales en yihadismo, Hassan Hassan. "La lección que los extremistas han aprendido del éxito de los talibanes es que la diplomacia es una parte muy importante del proceso. Y ese proceso debe incluir garantías a Occidente de que no habrá riesgos ni atentados. De unas negociaciones en Doha se pueden extraer concesiones mucho más importantes que de un ataque terrorista”, añade Hassan.

La vuelta de los talibanes al poder debería dar un respiro a algunos de los grupos radicales que operan en Afganistán. "Creo que en menos de un par de años Al Qaeda tendrá otra vez la capacidad de atacar a Occidente, pero dudo que lo hagan. Ya no les interesa", considera Barak. "Los líderes del grupo se han dado cuenta de que tienen que ser pragmáticos para sobrevivir. No creo que veamos ya más grandes atentados globales como los que ocurrieron en la década del 2000”.

La excepción de Estado Islámico

Sus predicciones no son extensibles, sin embargo, a todo el universo yihadista. Por más que organizaciones vinculadas a Al Qaeda se estén centrando cada vez más en los conflictos y dinámicas locales, es previsible que el Estado Islámico siga buscando las misma clase de atentados con un altísimo impacto que le sirvieron en su día para robar a Al Qaeda la hegemonía del islamismo violento.

“Las estrategias terroristas del EI y Al Qaeda son casi antagónicas. En Afganistán, por ejemplo, la rama local del EI siempre tuvo un objetivo mucho más radical y exclusivista. No ha tenido otra estrategia más allá de desestabilizar. Los talibanes y Al Qaeda, en cambio, han buscado hacer pactos con tribus locales, negociar con los EEUU, frenar la violencia cuando era necesario…”, asegura Pilar Cebrián, periodista especializada en yihadismo y autora del libro El infiel que habita en mí, la historia de varios europeos que se unieron al Estado Islámico.

“El EI por supuesto que no ha renunciado a los atentados internacionales. Dudan de si podrán restablecer un califato, y ahora parece extremadamente complicado, aunque en el futuro pueda pasar. Pero atentar en Occidente mediante un comando enviado por ellos es perfectamente posible, y no renunciarán a hacerlo”, continúa la periodista.

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