La irrupción de ómicron ha trastocado la campaña de las presidenciales de abril de 2022 en Francia. El ejecutivo ha preferido que las limitaciones en las concentraciones de personas —un máximo de 2.000 en interiores y 5.000 en exteriores— no afecten los mítines en aras de garantizar las libertades democráticas. Los candidatos podrán organizar los tradicionales grandes actos, pero nadie duda que no se trata de una campaña como las otras. En este contexto pandémico buena parte de la disputa electoral se jugará en los platós, pantallas y las redes sociales. Según teme el gobierno francés, podría ser un escenario propicio para la proliferación de los bulos más canallas.

Un buen ejemplo de ello ha tenido lugar con la difusión de una vulgar 'fake news' sobre una falsa transexualidad de Brigitte Macron. Natacha Rey, una internauta francesa de ultraderecha y simpatizante de QAnon —la secta conspirativa estadounidense que puso de moda delirios sobre la pedofilia de los rivales demócratas de Donald Trump—, perpetró esta surrealista teoría. Según ella, la esposa del presidente francés no es una mujer de 68 años, sino un hombre que cambió de sexo. Originalmente, no se llamaba Brigitte, sino Jean-Michel Trogneux.

Publicada primero en un blog de extrema derecha, esta confabulación pasó desapercibida durante meses. Pero tras una entrevista de Rey con una vidente en Youtube, empezó a circular como la espuma en las redes. La etiqueta #Jean-MichelTrogneux se convirtió en una de las más comentadas en Twitter durante la segunda quincena de diciembre. Con este bulo, sus promotores pretendían denunciar una supuesta perversión sexual y moral de unas élites decadentes. Difamaciones de este tipo ya habían salpicado en el pasado a Michelle Obama o Jacinda Ardern, primera ministra neozelandesa. 

“Una de las teorías más grotescas”

Sin duda, es un bulo grotesco y sin ninguna verosimilitud. Pero el fuerte eco que tuvo en las redes y también en el mundillo periodístico y político —no deja de ser sorprendente el interés de estos últimos en la burbuja de Twitter y en las teorías conspirativas con cierto aroma estadounidense— hizo que Jean Ennochi, abogado de Brigitte Macron, decidiera denunciarlo ante la justicia.

Esta conspiración, sin embargo, resultó tan estridente que la descalificaron desde el propio entorno. El militante ultra Pierre Sautarel, fundador de la página islamófoba Fdesouche, la describió como “una de las teorías disidentes más grotescas”. A diferencia de Estados Unidos, cuesta de imaginar que en Francia una parte significativa del electorado crea en algo tan descabellado como la transexualidad de Brigitte Macron.Pero en el ejecutivo macronista temen que este tipo de invenciones se conviertan en la norma en una campaña en que los golpes más bajos estén permitidos. El mismo Macron ya fue objeto hace cinco años de un insistente rumor sobre su supuesta homosexualidad. Una emergencia de realidades paralelas propia del trumpismo. Pese a la gran resonancia de todo aquello que viene del otro lado del Atlántico, el futuro del joven presidente dependerá mucho más de su gestión del covid-19. O del balance final que los ciudadanos harán de los claroscuros de su mandato.