Nuevo golpe de Kais Saied en su ofensiva contra la democracia. El presidente de Túnez anunció el domingo la disolución del Consejo Superior de la Magistratura (CSM), el máximo órgano judicial del país. Un día después, la policía ha bloqueado el acceso al edificio prohibiendo la entrada a su personal. El gesto de Saied supone otro asalto a las estructuras democráticas ideadas tras la Primavera Árabe: esta institución era una de las pocas que podían actuar con independencia del Ejecutivo. La ciudadanía tunecina observa alarmada las acciones de su mandatario.

“El presidente ha pasado a la etapa de apoderarse de las instituciones, lo que está sucediendo es muy peligroso e ilegal”, ha denunciado el presidente del CSM, Yusef Buzajer. En directo por televisión, Saied ha proclamado su intención de disolver este órgano formado por 45 jueces y creado en 2016. El jurista, especializado en Derecho Constitucional, ha acusado al Consejo de corrupción, al afirmar que las nominaciones se venden según las afiliaciones de cada juez que “ha podido recibir” grandes sumas de dinero a cambio. “Su lugar no es donde se sientan ahora, sino donde están los acusados”, ha pronunciado. 

Por su parte, todo el poder judicial ha mostrado su oposición a Saied señalando la inconstitucionalidad de su dictamen. El jefe de la Asociación de Jueces de Túnez ha afirmado que sus miembros están trabajando para decidir cuáles serán sus próximos pasos a seguir para proteger el poder judicial. La asociación ha denunciado las intenciones de Saied para acaparar todos los resortes del poder. A su vez, la Asociación de Jóvenes Magistrados ha señalado que la decisión es parte de una purga política en el poder judicial. 

Origen de la Primavera Árabe

Túnez fue el escenario inaugural, allá por 2010, de las protestas que pasaron a conocerse como la Primavera Árabe. A su vez, ha sido el único país con un resultado más bien positivo. El progreso hacia un sistema democrático avanzaba débilmente cuando Saied arrasó en las presidenciales de 2019 con el 72,7% de los votos. Bajo la promesa de poner fin a la corrupción y afianzar la democracia en el país, obtuvo el apoyo de gran parte de la población, sobre todo de una juventud terriblemente afectada por el desempleo. Pero el perfil de este jurista de 63 años dio un giro el pasado verano.

En julio del 2021, Saied destituyó al primer ministro, Hichem Mechichi, y disolvió las actividades del Parlamento. Estas fueron las primeras de una serie de medidas que sus críticos señalaron como un golpe de Estado. Después, tomó medidas para gobernar por decreto. El presidente ha afirmado que, antes de someterla a un referéndum, reescribirá la Constitución democrática del 2014, que tantas ilusiones trajo a una región que se atrevió a soñar hace más de una década. En las últimas semanas, el malestar ha ido aumentando entre una población asfixiada económicamente.

Detenciones y encarcelamientos

Aunque Saied insiste en su compromiso con los derechos y libertades conquistados en la revolución del 2011, sus acciones parecen indicar lo contrario. Cada vez se apoya más en las fuerzas de seguridad y las protestas contra la “deriva autoritaria” del Gobierno ya se cobraron un muerto hace un mes. En diciembre se condenó al expresidente Moncef Marzuki, acérrimo crítico de Saieden, a cuatro años de prisión por “atacar” la seguridad del Estado. Una semana después, Noureddine Bhiri, alto dirigente de Ennahda, el ya disuelto partido mayoritario del parlamento, de corte islamista, fue arrestado bajo sospecha de “terrorismo”. Se ha negado a recibir alimentos y medicinas desde su arresto. Se cree que está en estado crítico.