La izquierda francesa estuvo a punto el domingo de tomarse su revancha del 21 de abril de 2002. Hace veinte años, el ultraderechista Jean-Marie Le Pen se clasificó de manera inesperada para la segunda vuelta para las presidenciales de 2002, por delante del socialista Lionel Jospin. Supuso un trauma en la 'gauche' y un punto de inflexión en el auge de la ultraderecha en Francia. Dos décadas después, la izquierda rozó un sorpasso parecido a través del voto del insumiso Jean-Luc Mélenchon (ecosocialista). 

El líder de la Francia Insumisa (socios de Podemos en Francia) se quedó a unos escasos 400.000 votos de adelantar a Marine Le Pen. Mélenchon, 70 años, obtuvo finalmente el 21,95% de los votos, según los resultados definitivos anunciados el lunes al mediodía. Sin duda, se trata de una remontada espectacular para un dirigente al que los sondeos pronosticaban entre el 10% y el 12% de los sufragios a principios de marzo. Beneficiado por un potente efecto de voto útil, pero también por su talento como orador y el trabajo en torno al programa del Futuro en Común, este veterano dirigente ecosocialista se quedó a las puertas de la segunda vuelta en su tercera —y probablemente última— campaña presidencial.

“Sí, se trata de una decepción, pero al mismo tiempo, ¿cómo podemos obviar el trabajo hecho?”, aseguró Mélenchon en su discurso del domingo por la noche, tras el anuncio de las estimaciones de los resultados. “Una nueva página del combate se abre. La lucha continúa”, añadió en una intervención, con la que fue el único de los candidatos que no leyó su discurso. “Los más jóvenes me dirán que no lo hemos conseguido. Es cierto, pero no nos hemos quedado lejos. ¡Hacedlo mejor!”, concluyó con un tono de despedida este exministro en el gobierno de Jospin, entre 2000 y 2002.

El candidato de los jóvenes

El resultado del insumiso representa el mejor obtenido por un candidato a la izquierda de los socialistas en la historia de la Quinta República. Hay que remontarse al 21,27% de los votos que obtuvo el comunista Jacques Duclos en 1969 para encontrarse con un apoyo parecido. Tras el declive en los últimos años de Syriza en Grecia, Unidas Podemos en España o Die Linke en Alemania —estuvo a punto de quedarse fuera del Bundestag en septiembre—, supone un éxito electoral (muy amargo) en un momento en que el ciclo de los indignados parecía terminado

Una de las claves de su subida fue el apoyo recibido por parte de los jóvenes, siendo el más votado entre los votantes de 18 y 34 años. Numerosos influencers habían pedido el voto para el insumiso, que terminó la campaña haciendo un largo programa a través de la plataforma de video Twitch. Además, logró un apoyo multitudinario en las “banlieues”. Alcanzó cerca del 50% de los sufragios en la Seine-Saint-Denis, uno de los departamentos (provincia) más pobres de Francia, situado justo al norte de París. 

La izquierda crece

Esta remontada insuficiente dejó un evidente sabor amargo en la 'gauche'. “Cuando eres un candidato a unas elecciones presidenciales por un corriente político, estás al servicio de esta historia, no es la historia la que está al servicio de su pequeño ego”, criticó este lunes Ségolène Royal, candidata de los socialistas en las presidenciales de 2007, sobre el hecho de que ninguno de los otros cinco aspirantes progresistas se hubieran retirado en la recta final de la campaña para facilitar la clasificación de Mélenchon. 

Eliminada por segunda vez consecutiva de la segunda vuelta, la izquierda puede consolarse con el hecho de haber aumentado el total de sus apoyos respecto a 2017, pasando del 28% al 32%. Si conserva este crecimiento, puedo tener un rol más destacado de lo esperado en las próximas elecciones legislativas, previstas para junio. Para ello debería superar sus divisiones y el fuego amigo en periodo electoral.