Las elecciones locales en Gran Bretaña se saldaron con la victoria moderada de los laboristas y la derrota catastrófica de los conservadores en Londres, donde casi han desaparecido, sufriendo pérdidas limitadas en Inglaterra e importantes en Escocia y Gales. El principal partido de la oposición arrasó en la capital, pero hizo modestos avances en el resto del país y encajó pérdidas a manos de los liberales. Las fuerzas de Boris Johnson resistieron en el llamado muro rojo, pero perdieron territorio en el rico sureste inglés. Liberales Demócratas y Verdes hicieron destacados progresos a costa de las dos principales formaciones.

 De acuerdo con la estimación a escala nacional de la BBC, si hoy hubiera elecciones generales los Laboristas obtendrían el 35% de votos, Conservadores 30%, Liberales Demócratas 19% y Otros 16%. Johnson trató de diluir la derrota. “Los resultados son variados. Hemos tenido una noche difícil en algunas partes de Inglaterra, pero, en otras, los conservadores hemos avanzado y hemos logrado mejoras significativas en lugares que no nos habían votado en mucho tiempo o incluso nunca".

Londres un mundo aparte

Londres volvió a mostrar que es diferente al resto de Inglaterra. Los conservadores sufrieron un castigo sin precedentes. Los laboristas ya dominaban la capital, pero se hicieron con tres distritos emblemáticos. Ganaron por sorpresa y por primera vez desde su creación en 1964 Westminster, ejemplo de riqueza y opulencia de la urbe, sede del Palacio de Buckingham, las tiendas de lujo de Mayfair o el hotel Ritz, algo impensable. También por primera vez se impusieron en Barnet, un barrio con abundante población judía, que en las pasadas elecciones generales votó por los conservadores como castigo al antisemitismo en el partido del entonces líder laborista, Jeremy Corbyn.

“Hemos cambiado el Partido Laborista y ahora estamos viendo los resultados”, declaró el actual líder Keir Starmer, reivindicando su labor de limpieza interna. Después de 44 años también vencieron en Wandsworth, el que fuera distrito de la exprimera ministra Margaret Thatcher, al sur del Támesis. La debacle de los conservadores en la capital tiene importancia de cara a las próximas elecciones generales. A Londres le corresponden 70 escaños en la Cámara de los Comunes, más que a toda Escocia, y algunos diputados ‘tory’ empiezan a ver que la renovación de su mandato peligra.

 Los laboristas ganaron importantes consistorios como Southampton, Cumbria, o Reddich en Inglaterra, aunque perdieron Hull a manos de los liberales. En Gales también obtuvieron ganancias y en Escocia relegaron a los conservadores a la tercera plaza. El Partido Nacional Escocés (SNP) se impuso nuevamente de forma destacada en primera posición.

 Victoria insuficiente

El resultado de los comicios “es un punto de inflexión”, señaló Starmer, al que amargó la jornada la decisión de la policía de investigar “potenciales violaciones” de la normativa de Covid, cuando le fotografiaron el año pasado durante una reunión de trabajo en la ciudad Hartlepool bebiendo una cerveza. Su victoria no fue tan contundente como para hacerse con la mayoría en la próxima elección general. Un 35% es el mismo porcentaje obtenido por Corbyn en el 2018. Después de 12 años de gobiernos conservadores, de las mentiras y los escándalos de Johnson, y del coste en espiral de la vida, el Partido Laborista no parece capaz de superar la tremenda mayoría que sus rivales obtuvieron en el 2019.

 Las elecciones estaban consideradas como un test para la popularidad de Johnson tras el Partygate. Aunque algunos achacaron su derrota a la falta de integridad del Primer Ministro, el revés, aun siendo peligroso, no es tan devastador como para prender la mecha que lleve a cambiar de líder. Johnson podría estar preparando una remodelación del gobierno tratar de renovar la imagen de su equipo.