"Es el inicio de una etapa de relaciones diplomáticas de hermandad, paz y respeto. Un abrazo al pueblo colombiano", dijo Nicolás Maduro durante la ceremonia en la que Venezuela y Colombia han pasado formalmente de página después de años de fuerte enfrentamiento y cantos de guerra. Un jocoso Maduro recibió en el Palacio de Miraflores al nuevo embajador colombiano, Armando Benedetti. "Hablamos sobre la urgencia de restablecer los lazos de amistad que nunca se debieron romper", dijo el enviado del vecino país al presentar sus cartas credenciales. Hubo regalos, bromas y un tono conciliador. Pero, sobre todo, un mensaje político. El encuentro pone fin a tres años de una relación bilateral completamente congelada. "El distanciamiento nunca debió haber sucedido", remarcó el anfitrión.

El antecesor de Gustavo Petro, Iván Duque, había apostado fuerte a la caída de Maduro y, tres años atrás, reconoció de inmediato al diputado Juan Guaidó como "presidente encargado" una vez que tuvo la bendición de Donald Trump. La situación colombiana ha dado un giro impensado en 2019: ahora gobierna una izquierda de escasa simpatía con el chavismo histórico y el de sus herederos. Pero Petro no dudó en restablecer los vínculos y poner frente a esa empresa a un hombre que en 2020 era muy crítico de Maduro, a quien calificaba de "dictador". Benedetti tampoco se ahorraba consideraciones negativas sobre Guaidó, al punto que lo llamó "títere" de Washington.

Al verlo en el Salón Bolívar de la sede del Ejecutivo, Guaidó expresó de inmediato por el cambio de actitud de Colombia y su desazón por la pérdida de su sostén principal en la región. "A su llegada a Venezuela el embajador enviado por el presidente Petro, no hablo sobre: siete millones de migrantes y refugiados, una emergencia humanitaria compleja, el desplazamiento de comunidades indígenas por grupos terroristas y las elecciones libres", se quejó en su cuenta de Twitter.

Una tarea compleja

Maduro y Benedetti dejaron entrever que el restablecimiento requerirá de tiempo para que se recupere el ritmo de una vecindad alterada. Todo, dijo Maduro, "debe hacerse de forma ordenada". Según el portal caraqueño 'Efecto Cocuyo'entre las principales tareas venideras están la reactivación de las sedes consulares en cada país y los vuelos comerciales. A la par, se impone la necesidad de restablecer el flujo en la frontera compartida, afectado desde hace siete años con consecuencias económicas y sociales. La velocidad de esa reapertura será objeto de negociaciones complejas, según analistas de ambos países.

La frontera no solo es el escenario de un febril intercambio comercial legalizado. En esa línea demarcatoria operan tanto el contrabando como el narcotráfico y la guerrilla del ELN, que, tras la llegada de Petro al poder aceptó volver a la mesa de negociaciones con el Estado colombiano. Esa zona de difícil acceso encuentra también a los sectores de las FARC que no firmaron el acuerdo de paz y que suelen ser perseguidos por fuerzas de seguridad públicas o privadas que buscan recompensas. Y, además, está la cuestión migratoria. Duque le abrió la puerta a unos 2,5 millones de venezolanos. Hay otro asunto de primer orden y está relacionado con la suerte de Monómeros, una empresa venezolana que produce en Colombia fertilizantes para el agro.