Hace cinco años llegaron a las manos. La delegación marroquí intentó impedir por la fuerza que sus homólogos saharauis entraran en la sala donde se celebraba un encuentro de la Conferencia Internacional de Tokio sobre el desarrollo de África (TICAD), según el comunicado posterior del país organizador, Mozambique. La delegación enviada por Rabat, dijo el país anfitrión, se comportó de forma “deplorable” por “otorgarse el derecho de controlar” quién accedía y recurrir incluso a “actos de violencia” contra los diplomáticos de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD)

En el vídeo se podía ver a diplomáticos trajeados de varios países africanos empujándose unos a otros. Unos trataban de abrir y otros de cerrar las puertas del auditorio donde se iba a celebrar una de las conferencias de esta reunión que reúne a 55 países de la Unión Africana con Japón y Naciones Unidas.

Aquella de Maputo (Mozambique) era la sexta ronda del TICAD. En la octava, que ha concluido este domingo en Túnez, no ha habido tensión física, pero sí un enorme conflicto diplomático que ha llevado a Marruecos a dejar la silla vacía en una cumbre que ha dejado el compromiso de miles de millones de euros en ayuda al desarrollo e inversión en la región. Además de abandonar el evento, Rabat ha retirado a su embajador en Túnez y ha acusado al presidente tunecino de “hostil” por recibir a “entidades fantoche” como la RASD.

Protestaba así el reino alauita por la presencia en Túnez de Brahim Ghali, el presidente de la República Árabe Saharaui Democrática. Dolió especialmente la deferencia que con él tuvo el presidente tunecino, Kaïs Saied: fue a recibirle a la escalerilla del avión y se dejó fotografiar con él líder saharaui.

“La acogida brindada por el jefe de Estado tunecino al líder de la milicia separatista [RASD] es un acto grave y sin precedentes, que hiere profundamente los sentimientos del pueblo marroquí y de sus fuerzas vivas”, ha dicho Marruecos en un comunicado, recogido por este diario.

Ahora la cuestión en el aire es si con ese gesto el presidente de Túnez (elegido hace tres años) emprende un camino que lo alejará de la neutralidad sostenida hasta ahora respecto a la cuestión del Sáhara Occidental. Esta antigua colonia española ahora administrada por Rabat enfrenta a Marruecos y Argelia, que alberga a los refugiados saharauis y a la RASD y apoya al Frente Polisario (movimiento de liberación nacional del Sahara Occidental).

“Hay dos explicaciones posibles: puede que el actual presidente de Túnez empiece a seguir los designios de Argelia, que ha estado ayudando al país en su severa crisis financiera con ayudas de centenares de millones de euros”, dice a este diario Intissar Fakir, analista del Middle East Institute de Washington. “La otra opción, más sencilla y más directa, es que el ministerio de Exteriores tunecino haya cometido un error de cálculo en la medida de la reacción de Marruecos, y haya decidido ir a recibir a Ghali al aeropuerto”. 

Marruecos parece estar intuyendo lo primero, porque subraya sin concretar otras acciones ofensivas del Gobierno tunecino. “Después de haber multiplicado recientemente las posiciones y los actos negativos hacia el Reino de Marruecos y sus intereses superiores, la actitud de Túnez en el marco del proceso de la TICAD (Foro de Cooperación Japón-África) confirma de manera flagrante su hostilidad”, ha dicho Rabat en un primer comunicado. Se refieren, según fuentes diplomáticas, a la abstención de Túnez (junto con Rusia) en la resolución de prorrogar el mandato de la Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO), que mantenía el statu quo en la región. 

Las represalias de Marruecos hacia Túnez por la recepción de Brahim Ghali recuerdan a las que emprendió contra España después de que el líder saharaui de 74 años fuera admitido en un hospital de Logroño para ser atendido por covid en abril del año pasado. Entonces, Rabat retiró a su embajadora en Madrid como protesta. Un mes después, se desató la mayor crisis migratoria de la historia con el país vecino, cuando miles de marroquíes entraron ilegalmente en Ceuta ante la inacción de los guardas del país. En julio, Pedro Sánchez cesaba a su ministra de Exteriores, Arancha González Laya. Este año, el presidente ha dado un giro a la posición española y ha dado su apoyo a la solución propuesta por Marruecos de dar autonomía al Sáhara Occidental, un "territorio no autónomo" por la ONU. Tanto el Frente Polisario (el movimiento de liberación nacional del Sahara Occidental) como Argelia rechazan esta propuesta. 

GUERRA DE COMUNICADOS

El conflicto de Marruecos es con el Gobierno de Túnez, y no con su pueblo, insiste Rabat: permanecen intactos “los fuertes e intactos lazos entre los pueblos marroquí y tunecino, a los que une una historia común y un destino compartido”. Este lunes, sin embargo, como parte de las represalias, la Real Federación de Kárate de Marruecos ha cancelado su participación en el campeonato que iba a celebrarse en Túnez entre el 7 y el 11 de septiembre. 

El Gobierno de Túnez ha emitido un comunicado tratando de calmar los ánimos. Asegura que siguen manteniendo “su total neutralidad sobre la cuestión del Sáhara Occidental, en respeto de la legitimidad internacional" y que la visita de Ghali fue fruto de una "invitación directa" del presidente de la Comisión Africana y no una decisión "unilateral" de Túnez, como afirmó Marruecos. 

Rabat ha respondido con una nueva nota diplomática aún más dura, en la que acusan a Túnez de mentir. “El comunicado tunecino es un intento de justificar a posteriori el acto hostil y profundamente inamistoso de las autoridades tunecinas” y “contiene muchas aproximaciones y falsedades”. “Lejos de eliminar las ambigüedades que rodean la posición tunecina, no ha hecho más que profundizarlas”, zanjan.

Critican las formas: que Kaïs Saied recibiera en la escalerilla del avión (fletado por Argelia) al presidente de la RASD, dado que “ni el gobierno ni el pueblo tunecino reconocen a esta entidad fantoche”, según Rabat. Y, sobre todo, el fondo: dicen que la RASD no debía estar allí, porque se había acordado que toda invitación debía ser firmada tanto por Japón como por Túnez, y lo primero no se habría producido.