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Nuevos frentes geopolíticos

La guerra en el Caúcaso pone a prueba a Rusia

La reanudación de las hostilidades entre Azerbayán y Armenia podría provocar la intervención de Moscú, que se ha arrogado el papel de garante de la paz en la región

Funeral del soldado azerí Sabuhi Ahmadov, caído en los recientes enfrentamientos fronterizos entre Azerbayán y Armenia. / Reuters

La tensión ha vuelto al Cáucaso. Armenia Azerbayán han recurrido nuevamente a las armas y se acusan mutuamente de reabrir el conflicto. A diferencia de la última guerra librada en 2020, Bakú está atacando esta vez territorio reconocido internacionalmente como armenio, y no el disputado enclave de Nagorno-Karabakh. Un problema potencial para Rusia, que se ha arrogado el papel de garante de la paz en el Cáucaso Sur y podría verse obligada a intervenir en la región, ya sea de forma directa o indirecta.

Este pasado lunes en el frente armenio-azerí hubo los primeros intercambios de proyectiles y hay por lo menos 105 militares fallecidos (49 azeríes y 54 armenios). Armenia ya ha pedido oficialmente ayuda de Moscú y de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, una alianza militar en la que Rusia es la mayor potencia. El conflicto es desigual entre ambos países transcaucásicos. Azerbaiyán además de contar con abundantes recursos naturales que suplen su músculo militar, tiene el apoyo de Turquía, mientras que Armenia depende en gran medida de Rusia, que se encuentra luchando en el este de Ucrania.

Yerevan cuenta con muchos menos recursos – depende en parte de su gran diáspora – y con equipamiento militar desfasado. Ya en 2020 sufrió una dolorosa derrota en el conflicto de Nagorno-Karabaj. Durante aquella guerra fallecieron cerca de 5.000 soldados, 2,425 de ellos armenios. Los drones Bayraktar, de fabricación turca, fueron una auténtica pesadila en las filas armenias. Lo explica, por ejemplo, Samuel, que luchó en el lado armenio: “perdí una de mis piernas en el ataque de un dron que mató a 17 personas”.

En esa ocasión Moscú no intervino de forma directa aunque sí participó en las conversaciones de paz. Si no apoyara esta vez a Armenia se podrían resentir las relaciones entre ambos países y el papel de Moscú como garante de la estabilidad en el Cáucaso Sur. La diáspora armenia, con un peso destacado dentro del país euroasiático, podría ver con malos ojos si Rusia no interviene en este nuevo estallido del conflicto armenio-azerí.

Un nuevo frente en Georgia

Mientras tanto, en Tbilisi, se habla de abrir otro frente a Rusia. Así lo presentó el presidente del partido del Gobierno Sueño Georgiano, Giorgi Kobakhidze. “Que el pueblo diga si quiere abrir un segundo frente en Georgia contra Rusia”, dijo Kobakhidze, quien prometió que las autoridades “harán lo que diga el pueblo”. Tbilisi ya luchó contra su vecino del norte en 2008 en una breve pero dolorosa guerra en la que Moscú acudió a apoyar a sus aliados de Osetia del Sur y Abkhazia.

Ambos territorios son Estados sin reconocimiento de la comunidad internacional, que los considera parte legítima de Georgia. Este es uno de los múltiples “conflictos congelados” del espacio post-soviético, como el de Transnistria (Moldavia) y Nagorno-Karabaj (Azerbaiyán).

En el conflicto rusoucraniano, el pueblo georgiano apoya mayoritariamente a Kiev, por los antecedentes con Rusia. Los ciudadanos georgianos han protestado en múltiples ocasiones pidiendo a sus gobernantes sanciones más duras contra Moscú, además de mostrar abiertamente su apoyo en las calles con banderas e incluso poniendo el himno ucraniano en las radios del país.

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