4 de agosto

Tres años sin Gaïa: la interminable lucha de las familias de la explosión del puerto de Beirut para que se haga justicia

El 4 de agosto de 2020, al menos 218 personas murieron por la detonación de 2.750 toneladas de nitrato de amonio mal almacenadas en el puerto de Beirut

Una gasolinera de Beirut afectada por la explosión, hace tres años, del puerto de Beirut.

Una gasolinera de Beirut afectada por la explosión, hace tres años, del puerto de Beirut. / Andrea López-Tomás

Andrea López-Tomàs

El zumbido se instala de inmediato en la cabeza. Los ojos tardan en acostumbrarse a la oscuridad. El sonido es penetrante, no se detiene en ningún instante. La amplitud del espacio se disimula entre el extraño entramado de pasadizos. Al final de cada uno, hay una obra de arte. Es colorida, pero no dibuja nada que quede claro. Es difícil intuir cualquier forma. Cuando el visitante acerca el oído al lienzo, el zumbido se intensifica. El artista quería que todos los sentidos del espectador vibraran con su creación. Aunque las escasas luces le dan a la exposición un ambiente más bien siniestro, que contrasta con el arcoíris radiante y luminoso que desprenden las pinturas. Pero desde la entrada del nuevo edificio del icónico Teatro Metro Al Medina de Beirut, llega otro tipo de luz. Es ese tipo de resplandor que irradian dos mujeres con una misión

Annie Vartivarian y Mariana Fodoulian son madre e hija. Galerista y veterinaria, la mayor pérdida de sus vidas las motivó a mezclar, aún más, sus mundos. Annie dirige la galería itinerante Art Design Lebanon, cuyos beneficios van para la Asociación Gaïa Fodoulian dedicada a rescatar animales que gestiona Mariana. Hoy hace tres años que su existencia cambió por completo. El 4 de agosto de 2020, su hija y hermana, Gaïa, fue una de las al menos 218 personas que murieron por la detonación de 2.750 toneladas de nitrato de amonio mal almacenadas en el puerto de Beirut. "Quería mantener su memoria viva, su nombre vivo", cuenta Annie, que, tres días después de perder a su hija, se embarcó en la aventura de poner en práctica sus ideas. El olvido no era tolerable.

Mariana Foudolian

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EPC

"Gaïa estaba trabajando para abrir una galería que se instalara en los lugares más raros, o en sitios con historia", rememora su madre. "No quería la típica galería cúbica blanca ni los lugares industriales donde ni un alma ha podido vivir", explica Vartivarian. Para Mariana, a su vez, transformar la pasión por los animales de su hermana pequeña se convirtió en su prioridad. Pero, antes, viene la lucha por la justicia. Tres años después de una de las explosiones no nucleares más potentes de la historia, nadie ha sido castigado por ella. A sus 33 años, Mariana Fodoulian es la representante de los familiares de las víctimas. "Este es probablemente el primer crimen en la historia del Líbano que ha afectado a la totalidad de la población, no solo a nuestras familias", declara.

Investigación bloqueada

Entre el penetrante zumbido de la galería ideada por su hermana, Mariana reivindica la importancia de la investigación por lo ocurrido aquella fatídica tarde de agosto. "Esto es por el Líbano y necesitamos el cambio: en mis 33 años de vida, no he visto a nadie que haya sido castigado por sus crímenes ni que se haya hecho justicia en mi país", constata. Pero la investigación doméstica lleva bloqueada desde diciembre de 2021. No avanza. "Esta suspensión tiene motivaciones políticas", denuncia Lama Fakih, directora de Oriente Próximo y el norte de África de Human Rights Watch. "Ha habido decenas de denuncias contra el juez Tarek Bitar [a cargo del caso] por parte de los acusados que aprovechan cualquier laguna en el sistema legal libanés para evitar que avance", subraya desde su oficina con vistas al puerto.

"Desafortunadamente, esto no es nada nuevo, ya que el Líbano sufre de una cultura de impunidad", dice la también directora de la oficina de Beirut. "Hemos visto desde la guerra civil (1975-1990) que los crímenes graves, incluso aquellos crímenes de guerra en el contexto bélico, no han sido procesados y los responsables no han sido juzgados", lamenta Fakih. Por eso, mientras familiares de las víctimas y organizaciones locales e internacionales presionan para que se retome la investigación doméstica, hacen constantes llamamientos a la comunidad internacional para que les echen una mano. "Con tal de que se conserve evidencia de los crímenes cometidos, hemos estado instando al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas a establecer un mecanismo de investigación sobre los hechos del 4 de agosto de 2020", explica Fakih. 

Lama Fakih

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El rastro documental que produciría se podría usar en procedimientos judiciales en el Líbano. A su vez, varias familias han presentado demandas civiles en el extranjero, con algunos resultados positivos. El pasado junio la justicia británica ordenó al desaparecido comerciante de productos químicos Savaro Ltd. que les pagara más de un millón de libras esterlinas en daños y perjuicios a las familias de las víctimas tras ser considerado responsable de la explosión del puerto de Beirut por ordenar el envío del nitrato de amonio que detonó. Foudolian también explicó que ya se han reunido con varios eurodiputados para que presenten sanciones contra aquellos políticos que están interfiriendo en el proceso judicial.

El camino de una madre

"Tenemos que mantenernos fuertes, porque en este país, si eres débil, no consigues nada y no está bien quedarse sentada y llorando todo el tiempo", defiende la hermana de Gaïa. Su madre, sin familia ya en el Líbano después de que todos se marcharan a Estados Unidos durante la guerra civil, ni se plantea irse. Quiere seguir cerca de Gaïa. "Una madre debe estar con sus hijos, seguirlos: antes del nacimiento, en el embarazo, cuando nacen e, incluso, después de eso", afirma. Mira a su alrededor, orgullosa de haber hecho realidad el sueño de Gaïa. "Aquel día perdí a mi hija, mi amiga, mi colega, mi todo", constata. "Mientras les recordemos, están vivos entre nosotros, sus recuerdos vivirán, así que es como encender una vela por ellos", dice, señalando la oscuridad de la galería. 

Annie Vartivarian

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EPC

Cada una conserva ese fuego por Gaïa a su manera. Y, a su vez, el amor que ella misma sentía por su país. Pese a haber estudiado dos carreras en Italia, Gaïa siempre quiso volver al Líbano. Por eso, la galería y la fundación para animales son proyectos que, de manera consciente, quieren ensalzar a su país. Madre e hija están convencidas de que la marcha de Gaïa servirá para algo, si no sirve ya. "Tal vez trabajaremos durante una década para conseguir esta justicia, pero lo haremos, así, tal vez, dejaremos de llamarles víctimas y serán, más bien, los mártires para el cambio aquí en el Líbano", constata Fodoulian.

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