Cuestión social

El alcohol en Turquía: cuando beber se convierte en activismo político

"El alcohol ahora se ha convertido en un símbolo político como resultado de las políticas opresivas de los islamistas, que llevan más de dos décadas en el poder", explica Baris Tugrul, sociólogo y profesor

Puesto de comida en el bazar Tahtakale de Estambul.

Puesto de comida en el bazar Tahtakale de Estambul. / EFE

Adrià Rocha Cutiller

Ese día, Erdogan salió a la palestra preparado para dar guerra. Era 2013, el Gobierno turco estaba en plena ofensiva contra el alcohol, y justo acababa de prohibir la venta de estos productos después de las 10 de la noche en supermercados y tiendas, y su publicidad en televisión.

Las medidas habían causado mucho revuelo en Turquía, país constitucionalmente laico; las críticas surgían, y Recep Tayyip Erdogan, islamista y conservador, salió a hablar animado. "¿Por qué una ley hecha por dos borrachos tiene validez para vosotros?", empezó preguntándose Erdogan, en referencia a los dos fundadores de Turquía, Mustafa Kemal Atatürk e Ismet Inönü, figuras sagradas en el país anatolio y ambos conocidos por su afición a la bebida.

"Y, entonces, si eso tiene validez, ¿por qué rechazáis un hecho real dictado por la fe en Dios?", continuó Erdogan. Su discurso iba en una dirección, atizar la división social en Turquía: en el país anatolio, el alcohol y su consumo definen a qué grupo social perteneces y, en menor medida, a qué partido votas. 

"El alcohol se ha convertido en una herramienta de identificación social en Turquía, pero con algunos matices. En el largo recorrido histórico de confrontación entre los sectores laicos e islamistas en la Turquía moderna, ciertos elementos siempre han desempeñado un papel fundamental a la hora de determinar esa identidad social. Esto es gracias a su fuerte simbolismo", explica Baris Tugrul, sociólogo y profesor de la Universidad de Hacettepe, que explica que uno de estos símbolos, como lo es el alcohol ahora, fue el velo islámico en los 90, cuando los gobiernos anteriores a Erdogan prohibieron su uso en instituciones públicas y universidades.

"El alcohol ahora se ha convertido en un símbolo político como resultado de las políticas opresivas de los islamistas, que llevan más de dos décadas en el poder. El referente principal del Gobierno actual no es la Constitución, sino el Corán, según el cual el consumo de alcohol es un pecado. Así que más allá de ser una cuestión de alcohol sí o alcohol no, el poder político se aprovecha simplemente de la representación simbólica del alcohol", continúa Tugrul.

La bebida y la historia

El alcohol no ha sido únicamente un punto de debate durante los últimos 100 años de República de Turquía: en el Imperio Otomano, el alcohol, sus prohibiciones, clandestinidad y consumo eran debatidos tanto en las calles como en el palacio. Exceptuando periodos concretos, el consumo, producción y distribución de alcohol durante este periodo histórico era ilegal para los musulmanes, pero legal para los que no lo fueran. 

Sin embargo, algunos sultanes bebían en público y en recepciones, donde el champán corría tanto entre invitados como entre locales. En la calle el consumo era habitual, pero la legalización total del alcohol no llegó hasta la década de los años 20 del siglo pasado, con la caída del imperio y el nacimiento de la república. 

De hecho, con Atatürk, la promoción del alcohol era tal que el Estado creó una compañía monopolística de producción y distribución del alcohol, que sirvió para promover la ahora bebida nacional turca: el raki, un licor de alta graduación hecho a base de anís.

Ahora, 100 años después, con Erdogan al frente, la historia es muy distinta. "Erdogan tiene una visión puramente revanchista —asegura Özgür Aybas, presidente de la Plataforma de Vendedores de Alcohol y Tabaco—. En nuestro país hay muchos problemas, como robos y violencia, y el gobierno directamente los vincula todos al consumo de alcohol. Así que el Estado pone unos impuestos enormes al alcohol (en algunas bebidas, de más del 250%) para que la gente no beba".

Pero, según Aybas, con esto se consigue todo lo contrario: con un alcohol tan caro, asegura el hombre, se promueve el consumo de otras sustancias, de alcohol de contrabando. "Lo que hace el Gobierno es ir contra las vidas privadas de la gente, de su forma de vivir", asegura Aybas. 

Lo público y lo privado

Así, el alcohol depende del contexto. Un turco que bebe en público, al hacerlo, está haciendo un acto de activismo político, de definición social. Oficialmente, según las encuestas, el 25% de los turcos bebe alcohol. Pero esta cifra esconde la realidad: lo que cada uno hace en su casa. 

"Una buena parte de la población en Turquía consumía alcohol antes de la llegada al poder de Erdogan, y dudo que su consumo haya bajado ahora —considera Tugrul—. Y dudo que un estudio pueda reflejar datos fiables sobre esto, porque mucha gente se niega a reconocer el consumo de alcohol, sobre todo la gente que lo consume entre los sectores conservadores. Siempre se dice que la ciudad de Konya, uno de los lugares más conservadores del país, donde el Erdogan gana siempre, es la ciudad donde se consume más alcohol. Seguramente sea una leyenda urbana, pero sí que esta frase refleja una verdad social: que es que en la Turquía de hoy, mucha gente consume alcohol en el espacio privado porque no quiere arriesgarse a tomarlo en público por miedo a perder su trabajo, o ser perjudicados, ser rechazados socialmente".

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