Guerra en el este de Europa
Ucrania espera nuevas sanciones europeas contra Rusia antes de entrar en el cuarto año de guerra
Analistas militares españoles ven posible pero no cercana una negociación de alto entre Moscú y Kiev

La actual alta representante europea para la política exterior y de seguridad, Kaja Kallas, con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en una visita de este a Estonia en enero de 2024. / EFE
Briansk, Saratov, Lidinovo, Tula, Kaluga, Voronez... son puntos de la geografía rusa que albergan depósitos de petróleo o instalaciones de refino, almacenes de combustible para drones y bombarderos o arsenales de las grandes bombas FAB. Algunos están a 1.100 kilómetros de distancia de territorio de Ucrania. Todos han sido objetivo de oleadas de drones ucranianos y otros ataques de las fuerzas de operaciones especiales del Ejército de Kiev en enero.
Mientras recibe los golpes de Moscú en sus instalaciones civiles y energéticas, Ucrania se centra este invierno en atacar la logística rusa del combustible. Es una de sus bazas estratégicas. Le sirve además para mostrar capacidad, cada vez menos ocasional, de llegar a objetivos rusos en profundidad... al tiempo que espera que se consoliden otras presiones no armadas para forzar a Rusia a negociar un alto el fuego. Y esas pasan por Bruselas: el Gobierno de Volodímir Zelenski recibió en diciembre pasado promesas de que la Comisión Europea empujará en esa dirección.
Confirman fuentes militares españolas esa previsión de que la Comisión emita un paquete de sanciones de gran dureza contra empresas y dirigentes del sector ruso de los hidrocarburos y otras industrias. La promesa europea, completan voces próximas al Gobierno ucraniano en Madrid, incluye que el castigo se coloque simbólicamente en el calendario, promulgándolo en las proximidades del tercer aniversario de la invasión a gran escala de Ucrania, el próximo lunes 24 de febrero.
Suma de golpes
El nuevo paquete de sanciones europeas, si no hay novedades que lo impidan, se complementará con el que ya emitió como último gesto de fuerza el Departamento de Estado de EEUU en los últimos días de la Administración de Joe Biden.
El pasado 10 de enero, el entonces secretario de Estado Antony Blinken anunció sanciones "que degradarán el sector energético de la Federación Rusa" contra 80 directivos y empresas, así como bloqueos de propiedades para 150 ciudadanos rusos, entre ellas 183 buques. El objetivo del castigo es "reducir los ingresos de Rusia por petróleo y gas natural mediante sanciones a los operadores de importantes proyectos de producción" e "interrumpir el apoyo a la base militar-industrial de Rusia y limitar la capacidad del Kremlin de explotar el sistema financiero internacional y generar ingresos para impulsar su guerra contra Ucrania".
"Las sanciones hacen daño a Rusia, pero no al propio Putin, que aprovecha la guerra para ascender de presidente a zar", apunta el almirante retirado Juan Rodríguez Garat
El principal proyecto golpeado por Estados Unidos en este paquete es el plan ruso de obtención de petróleo y gas Arctic LNG 2. En torno a ese proyecto pivotan no pocas tensiones internas en Rusia: se paró en 2024 por falta de clientes apenas un año después. Ahora le faltarán, también más tecnología y más piezas.
El castigo americano alcanza a Alexei Likhachev, director de la empresa estatal Rosatom, dedicada a la energía nuclear. La Casa Blanca lo seleccionó por "proporcionar armamento, componentes y tecnologías avanzadas de aplicación militar para impulsar la guerra".
Más con Trump
El 15 de enero, el Gobierno Biden extendió sus sanciones también a los que considera "facilitadores de la guerra". Son firmas de la industria rusa de defensa, y también empresas, principalmente chinas, que ayudan a Rusia a eludir los bloqueos occidentales.
Esta política americana de sanciones podría tener continuidad, incluso crecer si el nuevo presidente, Donald Trump, materializa la amenaza que este miércoles lanzaba desde su red Truth Social contra su homólogo ruso, Vladímir Putin: si no pone fin a la "guerra ridícula" que libra contra Ucrania, más acciones contra la economía rusa.
"Si los rusos no se mueven, habrá sanciones. Y si siguen sin moverse, más armas para Ucrania. Va a haber mucha presión para que se inicien negociaciones", corrobora un asesor de Moncloa en materia militar.
Otra fuente castrense española, alto oficial de los relacionados con la observación de la guerra en Europa, confirma a este diario que el presidente americano tiene ahora una información diferente de la que el círculo de Trump manejaba durante la campaña. Según esta nueva versión, la economía rusa tiene mucha menos fortaleza de la que Moscú aparenta moviendo capital público y tratando de maquillar la subida de precios en los anaqueles de las tiendas urbanas de Rusia.

Putin y Trump, en souvenirs de un puesto de matrioshkas en Moscú. / Maxim Shipenkov EFE
Un retrato oscuro de la situación económica en Rusia habría sido relatado por China al nuevo poder en Washington, explica esta fuente. "Pekín no tiene prisa en que un final de la guerra le suba el precio de materias primas que ahora le saca a Rusia baratas", explica.
"Putin no tiene miedo a Trump, y es verdad que las sanciones hacen daño a Rusia, pero no al propio Putin, que aprovecha la guerra para ascender de presidente a zar", apunta Juan Rodríguez Garat, que fue almirante de la Flota y en su retiro es hoy reconocido analista estratégico y experto en conflictos.
Solo es el comienzo
"En cualquier caso, solo estamos al comienzo", apunta el asesor militar. El horizonte de un alto el fuego no es tan próximo como esas "24 horas" que decía Trump en campaña. "No se ve posible un alto el fuego si antes Rusia no recupera Kursk", recuerda la fuente mencionada.
En la cúpula militar española se ve ahora más próximo un alto el fuego que el año pasado, pero en ningún caso cercano en el tiempo: "Hay más esperanzas de negociación ahora, con ambos adversarios cansados y con problemas estructurales graves --advierte un alto oficial del Ejército dedicado al análisis estratégico en Defensa--, pero eso no garantiza un inicio de negociaciones inmediato. Ucrania y Rusia intentarán todavía medir sus opciones en el campo de batalla".

El asesor de seguridad y pretoriano de Putin, Nikolai Patrushev. / Mikhail Metzel EUROPA PRESS
El almirante Rodríguez Garat cree en un futuro de conversaciones para el fin de la guerra, pero no como lo ha vendido Trump: "Putin aceptará negociar con Trump, pero no cederá en ninguna de sus demandas, que implican, como mínimo, la desmilitarización y neutralidad de Ucrania, el reconocimiento de sus conquistas --incluso las no conseguidas-- y el fin de las sanciones. Quizá ceda en la 'desnazificación', es decir el cese de Zelenski. Pero nada más".
Ciertamente, una de las más extremistas personalidades del Kremlin se ha manifestado en ese sentido. Hace una semana, en medios rusos, Nikolai Patrushev, exsecretario nacional de seguridad y asesor de Putin, aseguró que Moscú seguirá exigiendo los objetivos iniciales que le llevaron a ordenar el avance de sus columnas blindadas el 24 de febrero de 2022. O sea: uno, disolución del Gobierno ucraniano; dos, desmilitarización total de Ucrania; y tres, acuerdo internacional para que nunca el territorio ucraniano forme parte de los defendidos por la OTAN.
Entrando en el año IV
Guerra de Ucrania, fin del año III. Los contendientes, cansados, intercambian golpes cuando el alto el fuego en Gaza y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca permiten a la guerra euroepa recuperar atención.

Soldados de la 26 Brigada de Artillería cargan munición en el frente de Donetsk. / Evgeniy Maloletka AP
En Defensa, los analistas miran en dos direcciones. En la militar, "la impresión es que Kiev resiste bien y está causando bajas muy dolorosas a Rusia, pero tiene un problema de escasez de personal de difícil solución a corto plazo. Los rusos mantienen la iniciativa, pero a un coste terrible", explica el alto oficial.
La otra línea de observación es la económica. Ciertamente, más allá del tópico de la escasez de rodamientos en Rusia, "la economía rusa comienza a resentirse de las sanciones y del largo periodo de movilización industrial para la guerra --cuenta--. Pero esto puede manifestarse plenamente en unas semanas o en un año, y es posible que Rusia pueda aguantar todavía un tiempo".
En opinión de este jefe militar, "con nuevas sanciones es posible que Putin se sienta más inclinado a negociar a medio plazo, unos meses, pero esperando que, entre tanto, una ralentización en el apoyo norteamericano a Ucrania cause un daño aún mayor a Kiev".
Suscríbete para seguir leyendo
- Si tienes este CD en casa te puedes llevar una alegría: vale tanto como un coche nuevo
- La decisión que ha tomado la madre de Anabel Pantoja tras la marcha de David a Córdoba
- La sincera respuesta del entrenador del Eldense sobre la polémica arbitral: “Estaba pensando en los cambios porque creía que nos iban a pitar penalti; es mano”
- ArcelorMittal plantea llevar a la India servicios de finanzas, recursos humanos e informática que tiene en Asturias
- El primer chino 'cien por cien' nacido en Asturias se dedica a vigilar los medicamentos ilegales en España: 'El mercado negro va a más
- El terremoto de Arcelor que sacude Asturias: traslado de oficinas a la India y mil empleos en juego
- Una de las mayores consultoras del mundo abrirá una oficina en Uría
- ¿Cuándo verá el Huerna la luz al final del túnel? Esta es la previsión para poner fin al argayón