Dar el cante es el objetivo. Ya sea a pleno pulmón o bajito. En la ducha, en la cocina o en el salón de casa, organizando un karaoke familiar con las canciones que más gustan a niños y mayores. Pop, rock, balada... afinando o desafinando, los detalles no son importantes, pues lo primordial es cantar, aunque la letra sea inventada.

Y es que una actividad tan sencilla como “dar la nota” reporta múltiples beneficios psicológicos, emocionales y hasta físicos. Así lo recalcan algunos psicólogos, que destacan que “tanto la música como el acto de cantar en sí pueden ser una de las actividades más recomendables para mejorar la salud mental”.

Y es que, si uno echa la vista atrás, se dará cuenta de que la música se ha utilizado desde la Antigüedad para generar diferentes estados anímicos en las personas. Lo que no se sabía entonces, pero sí se conoce ahora, es que las notas musicales “estimulan la capacidad de atención y de memorización, la imaginación, la creatividad y, algo muy importante, son grandes atenuantes del estrés”. Algo que confirma un estudio de la Universidad de Maryland publicado hace unos años, en el que se observó la relación entre la música y la salud cardiovascular. Los beneficios son enormes. Una salud cardiovascular que está ligada a la salud mental, que, en conjunto, nos lleva al completo bienestar de una persona, ya sea un niño o un adulto.

Beneficios que tiene cantar para los niños

Para comprender las grandes ventajas que tiene cantar en el organismo, conviene entender lo que ocurre a nivel de hormonas, por ejemplo, para luego ver cómo se consigue liberar tensiones acumuladas durante el día o potenciar la confianza de los más pequeños.

En primer lugar, cantar hace que nuestro cerebro genere numerosas sustancias como son las endorfinas, la dopamina, la oxitocina y la serotonina. Todas ellas repercuten directamente y de manera positiva en el estado de ánimo.

Se reducen los niveles de cortisol, que son los que se relacionan con el estrés. Esto se consigue porque al cantar se focaliza la atención en la música, el ritmo y la letra.

Además, para cantar se necesita más oxígeno, por lo que se incrementa el flujo sanguíneo en el cerebro, produciendo una elevada actividad mental y, por tanto, el bienestar general aumenta. Asimismo, ambos hemisferios del cerebro se conectan. El izquierdo dedica sus recursos al lenguaje, mientras que el derecho a las actividades artísticas. La música aúna ambos, por lo que promueve la plasticidad cerebral de los más pequeños y facilita la sinapsis entre las neuronas. El resultado es que se agiliza la mente y se previenen, ya en el futuro, posibles deterioros cognitivos.

Destacar también que cantar exige que los niños respiren de una forma más profunda y controlada, lo que contrarresta la posible ansiedad.

Por último, si además de cantar las canciones, estas se interpretan, se favorece la postura corporal y se fortalece la musculatura del cuerpo, con lo que también hay grandes beneficios para la salud física de los pequeños.

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, el cantar, además de generar cierta felicidad y elevar el estado de ánimo en general, consiguiendo niños más alegres, se ha demostrado que también contribuye a una mejor socialización, sobre todo, si se hace en grupo. Esto es porque se crean lazos afectivos entre las personas, por ejemplo, entre la familia si se organiza un karaoke en casa o entre los miembros de un coro musical si se apunta a los niños y niñas a uno de ellos.

Y es que, según señalan los expertos, “en la salud mental también influye el tiempo de ocio que tienen los menores, en el que pueden desinhibirse, soltar su timidez y disfrutar”. Cantar, como por ejemplo ocurre practicando cualquier actividad física en grupo, puede ser una gran ayuda para ello, porque “ofrece la sensación de apoyo social y de amistad”. Algo que hace que los niños no se sientan aislados; les da también sensación de pertenencia.