El juego: la llave maestra del aprendizaje y el desarrollo infantil

El 28 de mayo se celebra el Día Internacional del Juego, una oportunidad para recordar que jugar no es solo un pasatiempo, sino una necesidad fundamental en la educación y crecimiento de los niños

Dos pequeños jugando. | | COTTONBRO STUDIO/ PEXELS

Dos pequeños jugando. | | COTTONBRO STUDIO/ PEXELS

E. C.

Oviedo

Cada 28 de mayo, el mundo celebra el Día Internacional del Juego, una fecha que pone en valor una de las actividades más esenciales y poderosas de la infancia. Lejos de ser un simple entretenimiento, el juego es un derecho reconocido por la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas, y constituye un pilar insustituible en el desarrollo físico, emocional, social y cognitivo de los más pequeños.

Jugar es aprender

A través del juego, los niños exploran su entorno, descubren sus propias capacidades, aprenden a resolver problemas, a controlar sus emociones y a relacionarse con los demás. La creatividad, la curiosidad, la cooperación y la resiliencia, todas ellas habilidades fundamentales para la vida adulta, tienen sus raíces en las experiencias lúdicas de la infancia.

Numerosos estudios pedagógicos y psicológicos coinciden en destacar el papel insustituible del juego en el proceso educativo. No solo estimula el desarrollo intelectual, sino que también favorece la expresión emocional y fortalece los vínculos afectivos. Desde los juegos simbólicos, en los que los niños imitan a los adultos y ensayan roles sociales, hasta los juegos físicos que mejoran su motricidad, cada forma de juego contribuye a un aprendizaje integral y profundo.

Además, en un mundo cada vez más digitalizado y estructurado, el juego libre, ese juego que surge espontáneamente sin objetivos prefijados ni instrucciones estrictas, se revela más necesario que nunca. Y es que el juego libre permite a los niños tomar decisiones, negociar reglas, superar frustraciones y descubrir su identidad de manera natural y respetuosa con sus ritmos individuales.

Fomentar y proteger el juego en la infancia

Por todo ello, familias, educadores y sociedad en general tienen la responsabilidad de proteger, fomentar y facilitar el juego en la infancia. Esto implica no solo ofrecer espacios seguros y tiempos adecuados para jugar, sino también reconocer su valor y no relegarlo a un segundo plano frente a las exigencias académicas o las agendas sobrecargadas.

Jugar al aire libre, inventar historias, construir castillos de arena, disfrazarse o simplemente imaginar aventuras son actividades que nutren la mente y el corazón de los niños. Además, el juego compartido entre adultos y niños crea oportunidades únicas de comunicación, confianza y aprendizaje mutuo.

En definitiva, celebrar el Día Internacional del Juego es reivindicar el derecho de la infancia a crecer feliz, curiosa y capaz. Es reconocer que un niño que juega es un niño que aprende, que se construye, que sueña. Apostar por el juego es apostar por una educación más humana, más completa y más respetuosa con la esencia de ser niño.

Este 28 de mayo, más que nunca, dejemos a los niños jugar… y recordemos también nosotros cómo se hacía, si es que alguno ya lo ha olvidado.

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