“Ya teníamos ganas de jolgorio después de tanto virus, tanta mascarilla y tanto estar en casa”. Olga Medina, de Castañera, estuvo entre los más de cuatrocientos asistentes a la comida de hermandad que organizó este lunes el Ayuntamiento de Llanera para las personas mayores del concejo, coincidiendo con la festividad de San Isidro. Junto a ella, su marido, José Luis Seoane, coincidía en las “muchas ganas de pasarlo bien” tras dos ediciones en las que este evento festivo y de confraternización vecinal tuvo que ser suspendido a causa de la pandemia del coronavirus.

Sobre estas líneas, un momento de la misa en la iglesia de Posada. Arriba, asistentes a la comida de hermandad celebrada en Pruvia. | J. A. O.

El banquete se celebró en Pruvia y tuvo como principales protagonistas a Aladino Suárez García, de 94 años, y María Nieves Alonso Suárez, de 95 años, homenajeados por ser los asistentes de mayor edad. Ambos recibieron varios regalos de manos del alcalde llanerense, Gerardo Sanz, y de la concejala de Festejos, Eva María Pérez. Fue antes de que se sirviera el menú y de que, posteriormente, tuviera lugar un baile hasta bien entrada la tarde.

Los mayores de Llanera se reencuentran

Para María Nieves Alonso, el reconocimiento en la gran fiesta anual de los mayores de Llanera supuso “todo un orgullo”. Esta vecina de Guyame ejerció como maestra durante medio siglo en colegios de Bimenes, Llanes, Tineo y Las Regueras, antes de jubilarse en el de San Cucao. “Siempre tuve buenos alumnos, educados y disciplinados”, rememoró sobre su dilatada trayectoria profesional. Ayer, en una jornada en la que recibió un alud de felicitaciones y en la que aseguró sentirse “muy contenta”, María Nieves Alonso también se llevó un caluroso aplauso de reconocimiento en el momento en que Gerardo Sanz le hizo entrega de una ramo de flores y un artístico bastón.

No menos satisfecho se encontraba Aladino Suárez. Este vecino de Arlós, donde nació y ha residido toda la vida, destacó el hecho de que el control sobre la pandemia haya permitido recuperar la comida de hermandad de los mayores del concejo tras las ausencias de 2020 y 2021. Reconoció el homenajeado que “ya era hora” de que algo así sucediera, si bien también apuntó que a él, personalmente, la crisis sanitaria le afectó más bien poco. “Salí a pasear cuanto se pudo”, indicó minutos antes de sentarse a comer al lado de la otra homenajeada y frente al alcalde del municipio.

Como la de tantos niños de la guerra y la posguerra, la infancia de Aladino no fue para nada sencilla. Se quedó muy pronto huérfano de padre y se convirtió en un incansable trabajador tanto fuera como dentro de la casería familiar. Casado en 1950 con Juana, compartió con su esposa, ya fallecida, 67 años de feliz matrimonio, volcados ambos en el cuidado y la educación de sus dos hijas. La mayor pasión de Aladino en estos momentos son sus tres nietos y siete bisnietos.

Gerardo Sanz, que se dirigió brevemente a los comensales antes de que se sirvieran los primeros platos, mostró su “satisfacción” por recuperar esta comida de hermandad. “La verdad es que ya había ganas”, afirmó, para subrayar a continuación que las personas mayores del concejo han estado en el centro de las políticas municipales durante la pandemia. “Nunca nos olvidamos de vosotros”, indicó el regidor, que estuvo acompañado por numerosos integrantes de la Corporación.

Aunque el acto más multitudinario de la jornada fue el banquete de Pruvia, el programa se abrió a mediodía con una misa en la iglesia de San Salvador de Posada, oficiada por el párroco, José Julio Velasco, y con la parte musical a cargo de la Coral Polifónica de Llanera. El sacerdote abrió su homilía con palabras de agradecimiento por la presencia en el templo de una delegación política municipal, encabezada por el Alcalde, y aplaudió la iniciativa del Ayuntamiento de homenajear y estrechar lazos entre los vecinos más veteranos del concejo. “Un pueblo que no honra a sus mayores es un pueblo sin futuro”, aseveró Velasco, quien llamó a tomar de San Isidro “un ejemplo de vida para los llanerenses”.

Con el objetivo de facilitar la asistencia a los actos, el Ayuntamiento organizó un servicio de autobuses desde Villabona y desde Lugo para acudir a la misa de Posada y, posteriormente, a la comida en Pruvia. Los vehículos tenían previsto el regreso a las ocho y media de la tarde, una vez celebrado el sorteo de regalos y el baile.

“De fiesta siempre se está bien. Y más con lo mucho que se pasó en estos dos últimos años”, resumió Natalia Fernández, de La Granda (Santa Cruz), que acudió al festejo en compañía de su marido, Jesús Fernández, con la ilusión de dejar la pandemia definitivamente atrás.