En Bonielles ha aterrizado un Ovni. No es que los extraterrestres hayan invadido la pequeña parroquia de Llanera. El “aparato” en cuestión es el nombre que recibe el estudio de grabación puesto en marcha por Pablo Martínez, músico en la banda asturiana “Desakato” y fundador de un proyecto novedoso en un entorno singular. El suyo es un espacio profesional de grabación, mezcla, producción y mastering de audio, que pasa por ser el único de estas características en Asturias. 

“Los que hay en la región son estudios pequeños, pero en nuestro caso ofrecemos otras posibilidades porque tenemos mucho espacio”, explica Martínez, que ejerce como productor y técnico de sonido. De hecho, el estudio se ha acondicionado en una vieja nave levantada en 1975 por su abuelo, Manolo Maces, un experto cantero de Bonielles que se puso manos a la obra para crear lo que esperaba que fuera un centro de formación profesional para expertos en piedra. Al final, las cosas no salieron como estaban planeadas, pero el espacio, un edificio rectangular de grandes dimensiones y techos altos, ha acabado teniendo una segunda vida de manos de su nieto.

Una vida llena de actividad desde que la banda de Pablo empezara a usarla como espacio de ensayos. La experimentación con la sonoridad de la nave los llevó a pensar hace seis años en un proyecto más ambicioso y, poco a poco, fueron conquistando todo el espacio disponible. “La idea fue conservar la construcción tal y como se concibió en la época en la que se diseñó, conservando elementos industriales tales como lámparas, techos o estructuras con nuestras necesidades de insonorización”, señala Martínez.  

Además, pegada a la nave, disponen de una casa rehabilitada con cocina, habitaciones y todas las estancias de una vivienda para que “los artistas que vengan a grabar aquí puedan alojarse y tener todas las comodidades sin necesidad de desplazarse”. Los procesos creativos son largos y de esta manera todo está a mano. Muchos buscan precisamente eso, “estar en un entorno de tranquilidad absoluta”, señala Martínez. 

Como mucho, en Bonielles se oye a los pájaros cantando o a las vacas de alguna ganadería vecina. “Un sueño” para muchos artistas en busca de la paz necesaria para dar forma a sus trabajos. Desde discos enteros hasta singles o vídeos, con la posibilidad también de que Pablo y su equipo (compuesto por Daniel Sevillano, Sergio Díaz y Quique Sanchís) les hagan la producción en un abanico amplio de registros que va desde el pop hasta el metal extremo.

Por el estudio Ovni, que se concibe además como un espacio de “coworking” en el que cada miembro del equipo maneja sus propias bandas, han pasado grupos como “Warcry” o los burgaleses “LMD”. “La mayoría son de fuera, muchos de Madrid, Barcelona o Andalucía, con una recuperación notable de la actividad después de la pandemia y una media de entre veinte o treinta grupos o artistas al año”, apunta Pablo Martínez, acompañado por la aragonesa Isabel Marco, que está preparando el que será su cuarto disco de autora en Bonielles. “Es una experiencia genial”, afirma, antes de desvelar una de las joyas del equipo de grabación: “Una mesa de sonido del año 1983 que perteneció a una cadena de televisión británica por la que muchos vienen expresamente a este estudio a grabar porque es una maravilla”. Como lo es disponer de un espacio que parece sacado de una gran urbe en ebullición artística, pero enclavado en medio de los prados verdes de Llanera.