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La catedrática de la UNED que examina en la cárcel: “Hay presos muy brillantes”

María Luisa Sevillano trae las pruebas de Madrid y, una vez hechas por los reclusos matriculados, vuelve con ellas a la capital, donde se corrigen

María Luisa Sevillano, ante la cárcel. | A. L.

María Luisa Sevillano sale del Centro Penitenciario de Asturias, ubicado en Tabladiello (Llanera), y lleva bien guardado un sobre en el que están los exámenes de los presos que están matriculados en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y a los que le acaba de poner su examen correspondiente. La UNED tiene un convenio con Instituciones Penitenciarias para facilitar que todos los reclusos de España que quieran matricularse en una carrera de las que imparte esta institución, también en el curso de acceso a la Universidad, puedan hacerlo. Un grupo de profesores, todos ellos voluntarios, se encarga de que hagan sus exámenes con todas las garantías.

Esta catedrática emérita de la UNED de Ciencias de la Educación ni se acuerda del tiempo que lleva recorriendo el país para organizar y planificar estas pruebas, que se hacen en febrero, finales de mayo, principios de junio y, por último, en el mes septiembre. “Cuando llega febrero, un grupo de profesores nos trasladamos desde Madrid a todos los centros penitenciarios de España y, según el número, vamos uno, dos o hasta cinco, dependiendo de los alumnos que haya”, explica Sevillano nada más salir del Centro Penitenciario de Asturias, al que, en esta ocasión, ha venido sola.

La catedrática cuenta que, con el tiempo, “ha mejorado la permanencia de los funcionarios” acompañando a los docentes que van a examinar a los reclusos. “Siempre nos acompaña uno de los funcionarios, que, además, son muy buenos en su trabajo”, afirma. Si bien ella, veterana en esta labor, reconoce que en las primeras visitas que hizo la experiencia le impresionó un poco. “La primera vez impresiona es cierto. Además, eran otros tiempos e ibas más sola”, rememora.

Sevillano recoge en Madrid los exámenes, que están perfectamente sellados y los custodia hasta cada uno de los centros penitenciarios a los que acude en un plan perfectamente pautado y reglado. Una vez realizados, el proceso continúa. “Los sello, los cierro y los llevo de vuelta a Madrid, donde se corrigen”, afirma.

Los exámenes que lleva son de diferentes materias. “Los hay de Psicología, de Derecho, varios de acceso a la Universidad, Matemáticas y de casi todas las materias que impartimos”. Y añade que la gente se sorprendería al saber las carreras tan diferentes en las que se matriculan estos estudiantes. “No hay un patrón claro, hay gente que hace Ciencias de la Educación, Políticas, Sociología, Empresariales…”, afirma. Y, por supuesto, entre los presos “hay algunos muy brillantes”. “En esta visita precisamente me encontré con uno muy bueno”, detalla antes de comentar que en la convocatoria de febrero “algunos alumnos obtuvieron un sobresaliente”.

María Luisa Sevillano, ante la cárcel. | A. L. A. Lorca

El proceso para examinar a los presos es algo diferente a un examen normal de la UNED. Sevillano llega a las nueve de la mañana a la cárcel y sale en torno a las seis de la tarde. “Va un poco en función de ellos”, dice. La dinámica de un centro penitenciario lleva a que haya que tener “una gran flexibilidad” y a que ella sea respetuosa. “Pueden concurrir circunstancias personales”, explica. Una educación y un respeto que, asegura, los reclusos también tienen hacia su persona. Las pruebas se hacen en las aulas que hay en el centro penitenciario, “tras pasar muchos filtros, más de ocho en algunos casos”, subraya Sevillano.

Una de las cosas que más le agrada a María Luisa Sevillano es que en los centros penitenciarios todo está “muy pautado”. “Encuentro una gran organización, una autogestión que me resulta muy agradable y muy positiva”, asegura.

La posibilidad de estudiar una carrera universitaria dentro de la cárcel permite que se respete un derecho, el de tener igualdad de oportunidades, y es, además, una forma muy productiva de ocupar el tiempo en un lugar en el que hay de sobra. Para evitar prejuicios, los alumnos que se hayan sacado una carrera estando en prisión no lo verán reflejado en su título. “Nunca aparecerá que lo hayan hecho aquí, quien consiga aprobar tendrá un título con la misma validez que el que se lo haya sacado estando libre”, concluye la catedrática.

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