Santa Cruz de Llanera, parroquia fronteriza, musical y de altura, descansa verde y recoleta en un rincón del concejo, aquel que llega al Gorfolí, la mayor elevación del municipio, sobre la que hay ciertas polémicas en cuanto a nomenclatura. Sea como fuere, desde el núcleo de Villayo parten varias sendas para cubrir rutas hasta la cima, a pie y en bici, para desvelar desde lo alto una llamativa vista de un concejo que, por esa parte, se da la mano con Illas y Las Regueras, con Corvera a no mucha distancia.

Situado a 250 metros de altitud, en las inmediaciones de la carretera AS-233, se alza el núcleo principal de Santa Cruz, que conserva buenos ejemplos de arquitectura tradicional, con hórreos y paneras, algunas pintadas de colores, y una iglesia del siglo XVIII.

El templo parroquial fue reformado en el XIX, y está catalogada como del estilo popular barroco: cuenta con espadaña y cabildo abierto a un lateral sostenido por columnas de hierro, con una única nave dividida en dos tramos por un arco y con una bóveda de arista en la techumbre. El viajero puede descubrir las fechas de 1880 y 1882 grabadas encima de una puerta y en el exterior.

Además de la iglesia, Santa Cruz cuenta con una consolidada tradición musical a cargo de su Coralina, una formación coral que en su inicio estaba compuesta por 23 voces mixtas y que nació por iniciativa de los vecinos del pueblo en octubre del año 2008. El 27 de diciembre de ese mismo año realizaron su primer concierto en el Festival Navideño del Centro Social de Santa Cruz, y desde entonces han participado en números conciertos, desde la Escuela Municipal de Música de Llanera hasta numerosos eventos festivos y solidarios, con muchas salidas fuera incluso de la región:  en 2010 participaron en el tercer certamen de coros Asturianos en el Auditórium de Roquetas de Mar, en Almería, una de sus primeras incursiones regionales, seguida de otras muchas con destinos como Salamanca o el País Vasco.

La Coralina, en un viaje a Salamanca

Durante casi toda su existencia estuvo dirigido por Carmen Rodríguez Valdés, tristemente fallecida en 2019 tras once años de labor. En la actualidad está dirigida por Rebeca Velasco, y han comenzado a retomar sus actividades después de la pandemia con nuevas actuaciones y encuentros corales.

Ellos ponen la nota musical a una parroquia que dista unos diez kilómetros de la capital, Posada, y que cuenta con otros cuatro núcleos: Anduerga, Fanes, La Granda y Villayo. Todos ellos rurales, con amplios prados y numerosas ganaderías de leche, con hórreos dispuestos para la cosecha y en un entorno envidiable, rodeados de verde, con vegetación frondosa y con una tranquilidad que sólo rompe el canto de los pájaros. Un espacio en el que se empiezan a construir algunas viviendas nuevas, mientras los vecinos conservan en buen estado caserías y casonas con una ubicación privilegiada. Cerca de todo, alejada de las masificaciones.