La Coral Polifónica de Llanera podría desaparecer si no surgen nuevas voces que den el relevo a los actuales integrantes. Fundada hace 35 años, con una larga y exitosa trayectoria sólo interrumpida por la pandemia, la histórica formación podría verse abocada a echar el cierre, porque "cada vez cuesta más encontrar gente que se comprometa con el proyecto, y es una lástima, porque vemos que a esto le queda muy poco si no hay savia nueva", reflexiona su presidente, José Antonio Carracedo.

El coro cuenta hoy en día con 22 miembros, un número "bajo", sostiene, puesto que "en los mejores años llegamos a ser hasta 40 personas". La crisis sanitaria desencadenada por el covid hizo que los ensayos quedaran suspendidos durante dos años, y fue el pasado mes de octubre cuando empezaron a juntarse de nuevo para retomar el hilo. Ya entonces tuvieron que hacer frente a la primera dificultad, puesto que "el director que teníamos no pudo reincorporarse por motivos laborales, y nos vimos obligados a buscar un recambio casi sobre la marcha". Hubo suerte, porque Gorka García- Fernández de Castillo, quien ya había dirigido a la coral entre 2002 y 2005, estaba disponible. "Fue una gran alegría porque ya nos conocíamos, ya sabemos cómo trabaja y enseguida nos dijo que sí", relata el presidente de la entidad.

De tal modo que el pasado octubre empezaron a retomar la normalidad "preparando repertorio y volviendo a cantar después de dos años", aunque mucha gente no se reincorporó tras la pandemia. "Sólo empezó una persona nueva, volvieron algunas personas que estuvieron con nosotros hace años pero en general somos pocos y la edad media es elevada", indica Carracedo, quien asegura que "estamos haciendo lo indecible para conseguir que los vecinos se animen a cantar con nosotros".

Así, sus ensayos, los lunes y los jueves de ocho de la tarde a diez de la noche en la Casa de la Cultura de Posada de Llanera, son abiertos para que todos los interesados puedan conocer de primera mano cómo trabajan y el ambiente de compañerismo en el que se desenvuelven. Aún así "cuesta mucho, no sabemos qué pasa que la gente no se compromete". Y de hecho, han tenido que renunciar a otro de los proyectos clásicos de la Coral, el coro infantil, porque "no tenemos voces". Enganchar a los más pequeños es complicado porque "tienen muchas actividades y cuando van creciendo lo dejan; únicamente seguirían si se apuntara una pandilla de amigos, para hacer piña, pero es muy difícil porque cuesta un dinero y hay que hacer un esfuerzo en ensayos y actuaciones".

Es la primera de las bajas de una formación que a lo largo de los años ha organizado encuentros corales infantiles, conciertos de San Isidro, de Santa Cecilia, ciclos de música en Navidad y numerosas salidas para participar en otros tantos conciertos y encuentros en otros puntos de España. Por eso "nos da mucha pena que esto tenga fecha de caducidad", lamenta José Antonio Carracedo, embarcado en cuantas actividades de difusión sean necesarias. La última, la inscripción de la Coral en el registro de entidades de utilidad del Observatorio de la Salud del Principado. Porque "está demostrado científicamente que la música y la actividad de cantar son la mejor medicina para muchas dolencias, especialmente las relacionadas con la depresión o la ansiedad, y nos ponemos a disposición de todos los médicos que necesiten recetar a sus pacientes una sesión de canto para mejorar su salud", recalca.

La formación espera a todo el que se decida a dar el salto con los brazos abiertos, y con un pequeño calendario de actuaciones previstas este verano. La primera fue ayer domingo en la misa festiva de los Exconxuraos, y también cantarán en las fiestas de Posada y Lugo. Como señala Carracedo, "por nuestra parte que no falte".