Las hemerotecas son un tesoro que permite recuperar historias sobre los pueblos y sus gentes que de otro modo se borrarían para siempre de la memoria con la desaparición de sus protagonistas y el paso de los años. Relatos singulares como el del padre Aquilino González, cura de Llanera que a principios del siglo XX destacó por su trabajo en favor de la mejora de las condiciones de vida de los campesinos del municipio y que después decidió emigrar a Cuba, donde existía una notable colonia de vecinos del concejo que allí marcharon en busca de fortuna. El sacerdote emprendió viaje con la idea de ayudar a los que no habían tenido éxito, pero en tierras americanas vivió un trágico suceso: un perturbado le disparó tres tiros. Del milagro de la supervivencia del religioso y del homenaje de sus paisanos que recibió tras su recuperación da fe una crónica de mayo de 1915, publicada en una revista de la emigración de la época.

En realidad, la nota periodística da protagonismo "al homenaje de cariño" que recibe el padre Aquilino González por parte del Club Llanera, el relevante colectivo integrado por vecinos del municipio que se formó en la isla caribeña y radicado en La Habana. Explica que la cita se organizó en honor del "ilustrado y generoso sacerdote que había sido víctima hace meses de la agresión brutal de un desequilibrado en el momento mismo de ejercer su noble apostolado en la iglesia de Jesús del Monte, de esta capital".

La imagen del acto, tal y como apareció publicada, con su pie de foto, en 1915. Reproducción de la publicación "Asturias" de mayo de 1915.

No hay excesivos datos acerca del autor de los disparos y las causas de que los descargara sobre el cura se atribuyen a la fatalidad de que el sacerdote se cruzara con un hombre con problemas mentales, "un imberbe extraviado". Una vez recuperado "y para festejar tan feliz desenlace", se celebró el reconocimiento al que "concurrió en pleno el Club Llanera, que preside el hidalgo paisano don Francisco García Castro". Fue un 9 de mayo de 1915 y en las palabras que se leyeron en honor del cura se resumía su trayectoria, el brutal ataque sufrido en Cuba y su increíble recuperación.

"En Llanera, parroquia vecina de Oviedo, ejercía el cargo modesto de coadjutor, para el cual en realidad de verdad no era necesaria su gran cultura. Dedicado a mejorar el estado moral y material de sus feligreses, creó sindicatos agrícolas y cajas de ahorro y cuanto podía contribuir a librar a aquellos pobres campesinos de las garras de la usura y de los embrutecimientos de la taberna. Para agrandar su obra benéfica pensó en el auxilio de los asturianos residentes en América. Y sin vacilar se embarcó para La Habana (...) Aceptó en la parroquia de Jesús del Monte una humilde coadjutoria. Y allí estuvo meses y meses, pensando siempre en los pobres campesinos de Llanera, hasta que un loco le disparó tres tiros, poniéndole a las puertas de la muerte", recoge el artículo de prensa acerca de la glosa del padre Aquilino que se hizo en el homenaje.

Fragmento de la crónica periodística de 1915.

Fragmento de la crónica periodística de 1915. Reproducción de la publicación "Asturias" de mayo de 1915.

Prosigue la crónica relatando que cuando fueron a visitarle a "La Covadonga", pese a estar "casi en agonía", lo que "más sentimiento le causaba era el fracaso de sus proyectos de acción social". "Dios no quiso que muriera de aquellas heridas, acaso para permitirle realizar una acción hermosa: la de favorecer en todo lo posible, en el juicio oral, al que había intentado quitarle la vida", añade el relato.

Del homenaje al religioso no solo salió una loa a su persona, sino también más o menos cumplido el objetivo primero del cura, dar impulso a "los proyectos de acción social que tanto habían de mejorar la situación de los pobres campesinos asturianos". Porque tras el trágico suceso vivido, el Club Llanera "pensó que debía ayudar a aquel sacerdote abnegado y generoso en su gran obra benéfica" y "uno de estos días se celebrará una gran reunión de asturianos para arbitrar recursos (...)". "Bueno es crear escuelas cristianas en las pobres aldeas donde nacimos; pero además del pan del espíritu, el hombre necesita el alimento del cuerpo y para obtener este y huir de la miseria negra son necesarios los sindicatos agrícolas y las cajas de ahorro y las cooperativas (...)", añade el relato periodístico que se escribió hace más de un siglo dejando constancia de la vida y "milagros" del padre Aquilino.