El municipio de Llanera se ha convertido en un gran polo de atracción para muchos nuevos vecinos que buscan un cambio de vida a mejor y que eligen el concejo como lugar de residencia por sus muchas bondades. Entre ellas, las que más pesan para la mayoría de los recién llegados son su centralidad y la posibilidad de contar con un entorno rural envidiable. Un equilibrio difícil de lograr a poco más de diez minutos de las principales urbes regionales y que ha sido una de las grandes bazas para que Llanera haya superado en los últimos meses la barrera de los 14.000 habitantes, según los datos del padrón municipal. Durante el verano se ha llegado a los 14.032 habitantes, y sólo en junio, julio y agosto el censo local se ha incrementado en 204 personas que se han dado alta como nuevos vecinos.

Pedro Pinto, sus dos hijos y su mujer Alejandra García, en Pruvia. | R. L. P.

Entre las nuevas caras del municipio hay variedad de procedencias y estilos de vida, pero el patrón general es el de familias con niños o parejas jóvenes en busca de una vida más natural, con todas las comodidades a mano. Es este último caso el de Hodei Zumeaga y su pareja, Julia Fernández, ambos de 28 años, y que se han establecido recientemente en el núcleo de Piñera, en la parroquia de San Cucao. Procedente del País Vasco y biólogo él, y ella ingeniera del Medio Rural nacida en Madrid, tenían claro que "queríamos establecernos en Asturias, ya que por nuestra formación académica y nuestros valores vitales buscábamos algo así", según explica Zumeaga. Su chica tiene raíces familiares en Villaviciosa y las suyas están en el pequeño núcleo llanerense en el que han decidido establecerse, en la casa de su abuela desde la que trabajan para dar forma a un proyecto, "El Castañeo", con el que divulgar "un modo de vida más natural, más pegado al terreno". Para ello, han empezado con la cría de ovejas, gallinas, dos burros con dos crías y varios perros y gatos que han devuelto la vida al caserío familiar mientras Julia se dedica a dar clases de yoga.

Rubén Camba y Keshia López. | R. L. P.

"Es una zona ideal, porque estamos en plena naturaleza y, en cambio, si te entra el gusanillo y te agobias, sabes que tienes la ciudad a poca distancia. Venimos de una vida muy urbanita y, luego, a lo mejor no vamos nunca a Oviedo o Gijón, pero lo tenemos cerca en caso de necesidad. Eso nos permite hacer una transición del modo de vida de la urbe al campo más tranquila", explica Zumeaga.

La pareja formada por Rubén Camba, de 37 años y trabajador de Arcelor, y Keshia López, enfermera de 32, también ha elegido la zona rural de Llanera para poner en marcha su proyecto de vida, concretamente en la localidad de Tuernes el Pequeño. "Soy originario de Corvera, siempre he conocido esta zona y me ha encantado. Así que cuando tuve el dinero y la oportunidad, me puse a buscar fincas por aquí. Quería Llanera porque en diez minutos estoy en Oviedo, y en quince en Gijón o Avilés, todo ello viviendo en el campo", relata Camba. La buena conexión con las principales vías de comunicación del centro de Asturias y "un valle muy guapo, en una zona rural pero no demasiado aislada" ha sido lo que les llevó a construir su casa, que, además, sigue la máxima del mínimo consumo energético en una finca en la que "acostumbrados a la vida de la ciudad, estamos encantados de no oír ni un ruido", aseveran, encantados con poder tener a sus perros corriendo en libertad por el prado. Y viendo cómo "cada vez hay más gente en la zona, las casas salen como champiñones", dicen.

El informático Pedro Pinto y la profesora Alejandra García llevan algo más de tiempo instalados en la parroquia de Pruvia. "Digamos que fuimos de los pioneros, llevamos ya siete años aquí", indican en pleno boom de nuevo vecindario. Los padres de Alejandra tenían la casa en venta y ellos, que residían en Torrevieja y tenían dos niños de corta edad, vieron la oportunidad de dar un cambio a sus vidas, porque "vivir en una casa es muy atractivo". "Aunque necesitas el coche para todo, lo cierto es que compensa, vivimos en el campo y con buenas comunicaciones. Es muy cómodo y los niños se crían en un entorno natural, con otros niños, ya que cada vez hay más", sostiene Pinto, seguro de que Llanera seguirá creciendo porque "aunque hay cosas mejorables, ganan los pros. Cuando la pandemia, vivir aquí fue un regalo”.

No sólo crecen las zonas rurales. También la localidad de Lugo de Llanera está recibiendo a muchas nuevas familias en busca de comodidades y calidad de vida. "Con un niño pequeño de tres años, esta opción era la mejor", sostiene Lucía Álvarez, una de las recién llegadas. Casada con el llanerense Rubén Alonso y procedente del centro de Oviedo, de la plaza Trascorrales, afirma que decidieron apostar por el municipio y comprarse un piso en Lugo, sumando a su pequeño Víctor, de tres años, a las filas de nuevos vecinos del concejo.

"En Lugo tenemos de todo. El tren al lado de casa, así que no necesitas ni el coche, además de parques nuevos y muy bien cuidados, sendas para pasear, todos los servicios a mano, escuelina infantil, colegio, instituto, bibliotecas y una oferta cultural envidiable, además de programas de conciliación de la vida familiar y laboral que ya los quisiera Oviedo", enumera Álvarez. Una centralidad y unas comodidades a las que suma "muchas zonas verdes y áreas recreativas para todos los gustos".

Es la ecuación perfecta para todos los que descubren Llanera ya no sólo como lugar de paso, sino como municipio verde y variado en el que echar raíces y generar proyectos de vida.