Cuando María Jesús Delgado, más conocida como Marujina, empezó a cocinar no le gustaba nada de nada. Pero no le quedó otra, dice. Y como se le daba bien, recibía felicitaciones que la fueron animando más y más en el restaurante "Michem", ubicado en Villabona (Llanera). En la actualidad, es una de las más reconocidas cocineras de Asturias y su fabada acumula premios y distinciones, a los que ahora se les suma el galardón al "mérito gastronómico" de la Cofradía de Amigos de les Fabes de Villaviciosa. La entrega tendrá lugar el próximo sábado, en el marco de las vigésimo novenas Jornadas de les Fabes del concejo maliayés.
"Estoy muy contenta y agradecida de que se acordaran de mí, porque, además, no me lo esperaba", afirma Delgado, ya jubilada aunque muy pendiente de todos los detalles del negocio que regente ahora su hijo Miguel. La mujer, de 77 años, comenzó su andadura en los fogones en 1992, cuando abrió el restaurante junto a su marido, Miguel Ramos, tras haber regentado una tienda de ultramarinos. "Había minas, había movimiento y nos decidimos. La verdad, tenemos muy buena clientela que viene de todas partes y nos sentimos muy queridos", afirma. Su buena mano en la cocina pronto cogió fama, sobre todo con los platos de cuchara y los guisos. "Con los callos empezó todo", subraya.
Pero la fabada y el pote asturiano son los platos que le dieron más fama. Como buena guisandera, conoce bien los secretos de lo que es la seña de su negocio. "Lo importante es la materia prima, que sea buena faba y buen compangu, sobre todo la morcilla. Es imprescindible que sea de calidad para conseguir una buena fabada, lo que más", comenta. Las fabas las compra a productores locales de Pravia y Valdés. Y lo mismo hace con con los productos cárnicos. Otra de las claves de su fabada es que siempre es legumbre en verde y no seca. "La faba verde pesa más y cunde menos", detalla. A la semana cocina 30 kilos de fabes y otros tantos para el pote, que es otra de las estrellas de la cocina de Delgado junto con los guisos de cabrito y jabalí. Otra clave para que la fabada salga de sobresaliente, sin legumbres rotas o peladas, es "mimarla mucho, hay que mirarla y moverla con cuidado. No vale con meterlo todo y ya, hay que mirar por ellas", asegura.
El pote también tiene sus secretos. "La berza es muy llambiona y para que esté suave y rico hay que ponerle chorizo, morcilla, lacón, rabo de cerdo, oreja y aquí en mi casa ponemos también andoya", señala. Además, en su cocina, la berza se pica mucho para que quede "pequeñina, que es como me gusta a mí". Como la fabada, sus potes también han sido reconocidos. "Los premios valieron y nos ayudaron mucho", destaca. Marujina empezó a cocinar con 14 años, "cuando te metían ya para hacer la vida de la casa", rememora. En su familia hay célebres cocineras. Su madre era "muy curiosa para cocinar" y sus bisabuelas eran cocineras que iban por las casas a trabajar. "Hacían un arroz con leche de muerte lenta", dice con gracia y la simpatía que la caracterizan, siempre alegre y con la sonrisa en la cara. En el restaurante que fundó y donde aún revisa todo en el día a día se sigue esta receta tradicional de sus antepasados.
"También con la tarta de queso, la de la abuela, el helado de turrón, el milhojas y los higos rellenos de turrón y chocolate, todo casero y la mayoría sin gluten", afirma. Su buen hacer en los fogones la hizo muy conocida en Asturias, sobre todo por la fabada. Los cumplidos de los clientes han sido, reconoce, un motor importante para seguir dando lo mejor en la cocina. "Cuando empecé no me gustaba nada, pero no me quedó otra. Luego, como me decían aquello de qué bueno está Marujina, empecé a hacer más cosas, como repollo relleno o unas verdinas con marisco. A la gente le iba gustando, funcionaba y eso a mí me animaba mucho", afirma.
María Jesús Delgado lleva unos cuantos años jubilada, cuidada con mimo por sus dos hijos y nueras que, según dice con sencillez, no se merece. "Son trabajadores y cariñosos que no puedo pedir más", señala. Además, en los últimos tiempos, su nieto Pelayo acude a trabajar al negocio, ayudando en todo. Ella acude todos los días al establecimiento para comprobar que las nuevas generaciones siguen sus consejos y trucos para seguir ofreciendo una fabada y unos guisos de premio, como el que recibirá dentro de unos días en Villaviciosa.