El Panera, historia del bar más antiguo de Lugo: "El nombre viene de cómo llamaban a una parte de la familia"
Con más de seis décadas de vida, ha sobrevivido al paso del tiempo como un referente de cercanía, tradición y café de calidad: "Todo debe estar perfecto"
En la tranquila localidad de Lugo de Llanera hay un rincón que lleva décadas siendo mucho más que un simple bar. El Panera, uno de los establecimientos más antiguos del municipio, ha estado presente en la vida de generaciones de vecinos, adaptándose a los cambios del tiempo sin perder su esencia. Fundado en la década de 1960, su historia está profundamente arraigada al barrio y a la familia de su actual propietario, David Fuertes. “El Panera era un bar de la familia de mi mujer, a la que llamaban así. Durante años, estuvo en manos de otros hasta que lo retomé en 2015, después de una gran reforma. Decidí devolverle su nombre original”, explica Fuertes.
El Panera abre sus puertas a las seis de la mañana, convirtiéndose en el refugio de quienes empiezan el día temprano. “Los desayunos son el alma del bar. Intento que todo lo que ofrezco, desde el café hasta los pinchos, sea de la mayor calidad posible”, señala el hostelero. El café, que muchos clientes describen como “uno de los mejores de la zona”, es una de las señas de identidad del establecimiento. “Siempre tengo cuidado con la máquina, los molinillos… Todo debe estar perfecto, porque de eso vivimos”, añade.
Los pinchos también son protagonistas en El Panera, aunque su preparación no es tarea sencilla. “Mi mujer se encarga de ellos por las mañanas, y aunque a veces simplificamos con frutos secos o aceitunas, nos esforzamos por ofrecer un producto de calidad, utilizando aceite de oliva, y sin abusar de los fritos. De hecho, no tengo ni freidoras”, explica Fuentes. Este cuidado por los detalles ha fidelizado a una clientela diversa, desde trabajadores de paso hasta vecinos habituales.
Antes de convertirse en hostelero, David trabajaba como administrativo hasta que decidió cambiar de rumbo y asumir el reto de gestionar El Panera. “Nunca había trabajado en hostelería, pero no estaba contento con mi empleo anterior y vi una oportunidad aquí. Fue un cambio radical, sobre todo en horarios, pero trabajar para mí mismo compensa mucho”, reflexiona. El equipo de El Panera es pequeño pero eficiente. Además de Fuentes y su mujer, trabaja Kevin Moreno, quien se unió al equipo hace medio año. “Vengo de trabajar en una cadena de comida rápida, pero esto no tiene nada que ver. Aquí todo es más cercano, conoces a la clientela y formas parte de su día a día. Es el bar del pueblo, y me encanta ese ambiente”, dice Moreno, que vive en Villabona y asegura estar encantado con el cambio.
El Panera es también un archivo vivo de la historia de Lugo de Llanera. “En una foto antigua se ve cómo la calle estaba llena de bares. Era el epicentro del pueblo, incluso si querías ver la televisión, tenías que venir aquí”, recuerda Fuertes. Con los años, el crecimiento del municipio desplazó el centro neurálgico, pero El Panera ha sabido mantener su lugar como punto de referencia, y ha sido el escenario de cientos de recuerdos. Por ejemplo, durante la pandemia, el bar vivió una época muy particular. Aunque el cierre inicial fue un golpe duro, David Fuertes conserva buenos recuerdos de los días en que la reapertura permitió a los vecinos reunirse bajo estrictas medidas. “Las tardes eran especiales, poníamos música, cantábamos y estábamos juntos hasta el toque de queda. Fue un lugar de apoyo mutuo y de muchas risas, algo que ahora recordamos con mucho cariño”, comenta.
Con su rica historia y su firme arraigo en el barrio, El Panera es mucho más que un negocio; es un símbolo de comunidad en Lugo de Llanera. Mientras los clientes disfrutan de su café o sus pinchos, David Fuentes y su equipo trabajan cada día para mantener vivo el espíritu de este emblemático lugar. Y así, tras más de seis décadas, El Panera continúa siendo el corazón de un barrio que sigue encontrando en sus mesas un lugar para compartir y disfrutar.
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