El regreso a las raíces de Juan Rodríguez y su familia: "En Llanera nos sentimos libres, nos han acogido fenomenal"
Llegados de Andorra decidieron instalarse en la casa familiar de él en Fanes para emprender una nueva vida

Eva María Sánchez y Juan Rodríguez con sus hijos, Amaya y Adán, a las puertas de su casa familiar de Fanes, en Llanera. / L. R.
Lucía Rodríguez
"Comprar un caballo y tener conexión wifi". Esas fueron las dos condiciones que Amaya, de nueve años, les puso a sus padres, Juan Rodríguez y Eva María Sánchez, para mudarse a Llanera. Concretamente, a Fanes, en la parroquia de Santa Cruz. Internet llegó a la zona rural poco después de que se instalaran en la casa familiar, Ca' Benito, en agosto de 2023. "Lo del caballo aún tendrá que esperar un poco más", dice su madre. Después de vivir más de tres décadas en Andorra, dejaron toda una vida atrás para emprender una nueva etapa que, aseguran, "compensa muchísimo".
La historia de Juan Rodríguez se remonta a más de 40 años atrás. "Mi madre, Ángeles Valdés, se marchó a Andorra con su prima y su tía cuando tenía 16 años". La primera vez, solo fueron unos meses, pero "al cumplir los 18 decidió quedarse allí y conoció a mi padre, Juan Rodríguez, que estaba trabajando con mi abuelo, llegados desde Granada". Ángeles dejó en Fanes a su familia y a sus amigos y emprendió una nueva vida, de la que nacieron Juan y su hermano pequeño Alejandro. Eva María Sánchez, nacida en Manresa (Barcelona), llegó a Andorra cuando tenía ocho años. "Tenía un tío viviendo allí y mis padres se trasladaron por motivos laborales", dice. Fue a los dieciséis años, en la época del instituto, cuando se conocieron. Y desde entonces, no se separaron jamás.
Reconocen que "la idea de regresar a Llanera llevaba muchos años rondándonos la cabeza, incluso antes de que nacieran los niños, pero por diferentes motivos nunca dábamos el paso". Hasta que Amaya y su otro niño, de cinco años, Adán, les dijeron que, en Llanera, al abrir la puerta, "se sentían libres", recuerdan. "Nos dimos cuenta de que era la misma sensación que teníamos nosotros desde hacía ya tiempo, cuando veníamos de vacaciones al pueblo". Ni cortos ni perezosos, cuando los pequeños acabaron el colegio en junio, comenzaron la mudanza, poco a poco fueron metiendo su vida y sus recuerdos en cajas de cartón y se instalaron definitivamente en Fanes un par de semanas antes de iniciarse el curso escolar.
Amaya y Adán tuvieron que dejar atrás su colegio, sus amigos, su casa... Sin embargo, "a esas edades los vínculos de amistad aún no son tan fuertes y no les costó demasiado". Sin embargo, Juan Rodríguez y Eva María Sánchez dejaron sus trabajos fijos, a toda su familia y sus amigos de siempre. "Yo trabajaba como electricista y programador de domótica en una empresa, mientras que ella ejercía de fisioterapeuta en su propio negocio", explica él.
En este sentido, reconocen que "lo más difícil de todo fueron los trámites burocráticos". Y es que mientras Juan tiene la doble nacionalidad, Eva María tuvo que renunciar a la española "porque para tener un negocio en Andorra te piden una serie de condiciones, entre las que figura que tu nacionalidad tiene que ser la andorrana". Inscribir a los niños en el colegio, hacerles el DNI, "porque ellos tenían solo pasaporte"; o el registro civil fueron algunos de los papeles que tuvieron que cumplimentar para poder instalarse en Llanera.
Después de año y medio, aseguran que están totalmente integrados. "La gente del pueblo nos acogió fenomenal y a algunos los conocíamos de cuando veraneábamos aquí". En el colegio, "los padres nos arroparon mucho y los niños se adaptaron perfectamente". Tanto, que Amaya decidió estudiar Llingua asturiana. "Me gusta mucho y saco muy buenas notas", dice. Juan Rodríguez y Eva María Sánchez consiguieron empleo, él en una empresa y ella como autónoma. Pero no solo eso. Para que la integración fuera completa, comenzaron a formar parte de la Asociación de Vecinos de Santa Cruz.
"Nosotros queríamos venir aquí a hacer vida, a hacer pueblo, a establecer vínculos. No a encerrarnos en casa e ir del trabajo a casa y de casa al trabajo". Eva María Sánchez es la vicepresidente del colectivo, mientras que él es uno de los vocales. "Nos avisó un amigo de aquí de que si no se conseguía una nueva directiva, la asociación tendría de disolverse y no lo dudamos. Nos metimos de lleno", comentan.
Entre las iniciativas que han promovido figuran una exposición fotográfica, una excursión a Covadonga, talleres infantiles para adultos o un Belén viviente en el que participaron 20 personas. "Este año lo hicimos de una manera improvisada, por probar. Pero nuestra idea es que se convierta en una tradición", indican. Todo apunta a que Juan Rodríguez y su familia han llegado a Llanera no solo para quedarse sino para ser plenamente parte de la comunidad en la que viven.
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