El Plaza tiene brunch y hasta clases de pilates en Llanera: "El cliente tiene nuevos hábitos, el menú del día ya no funciona tanto"

Raquel Manso y José Roldán llevan El Plaza, uno de los locales con más solera de Posada, donde adaptan el espacio "a lo que se necesite" e incluso ceden salas para clases de los vecinos

Raquel Manso y José Roldán, en el local.

Raquel Manso y José Roldán, en el local. / L. P.

Luján Palacios

Luján Palacios

Posada de Llanera

Igual se para a tomar un café, que una deliciosa elaboración de su cocina o que se hace pilates en la sala del local que se cede a algunos grupos de vecinos. El Plaza de Posada de Llanera no es solo uno de los establecimientos con más solera de la capital llanerense sino que es singular como punto de encuentro vecinal, como lugar en el que se socializa en la capital llanerense.

Desde hace 20 años el matrimonio compuesto por Raquel Manso y José Roldán lleva los mandos de este café restaurante, un local de esos en los que siempre hay gente y que se ha ido adaptando al ritmo de los tiempos, con una oferta cada vez más personalizada acorde a lo que demanda el público. “Las redes sociales son una herramienta fundamental”, sostiene el hostelero.

Aunque ovetenses, cogieron el negocio en Posada hace dos décadas, en el año 2005. “Ya funcionaba y tenía un nombre, nosotros lo cogimos en sociedad con otra persona en aquel momento, luego las cosas no salieron bien y decidimos seguir adelante un poco a la aventura”, relata José entre cafés, pinchos y bollos de buena mañana.

Aquel impulso fue cogiendo fuerza con el paso del tiempo, y a lo largo de estos años “hemos visto todo tipo de cosas”. Se refiere José a que Posada ha cambiado mucho en los últimos años: “El boom de la construcción, los muchos clientes que venían de Asipo y Silvota, las épocas malas… Ha habido un poco de todo”, asegura.

El punto de inflexión en el negocio fue la incorporación de su mujer Raquel al establecimiento. “Ella venía de sus propios negocios, y decidió venirse para acá: le dio al bar un giro de 180 grados en la forma de consumir, en el trato con el cliente”, señala José.

Así, su proyecto más ambicioso fue la adecuación de una sala para la celebración de eventos de una forma más íntima, de cumpleaños a comidas familiares por encargo, “brunch” con menús especiales y con la idea de que “la gente pueda disfrutar de una forma más tranquila y más íntima que en el barullo del bar”. Así, adaptan el espacio para lo que se necesite, y en ello es fundamental “moverse mucho por redes sociales, Raquel está todo el día organizando y anunciando cosas”.

La clave está en ofertar “alternativas diferentes, variedad, algo más exclusivo” más enfocado a la experiencia gastronómica, aunque el cliente de toda la vida no les falta. “Tenemos gente de siempre”, aseguran: muchos vecinos que tienen en el Plaza casi una sede social en la que echar un ojo a la prensa, hacer tertulia, desayunar, merendar o tomar una cena diferente. Para ello cuentan con una persona en la cocina, mientras el matrimonio se afana detrás de la barra para dar abasto a la clientela.

En su carta se puede encontrar de todo: desde los desayunos de diario hasta los de fin de semana a base de huevos revueltos con jamón, huevos fritos con bacon o tostas de queso fresco y aguacate, hasta las tapas de toda la vida con huevos rotos, rabas de calamar, tiras de pollo o croquetas caseras, con amplio surtido de sándwiches y hamburguesas y exitosos “brunch” de fin de semana por encargo. Una fórmula a medio camino entre comida y desayuno que incluye hasta tablitas de queso, tortitas con sirope, brochetas de langostinos, surtido de panes, mantequilla y mermeladas y, para rematar, una copa de cava.

Nuevos aires en la hostelería que vienen dados por “los nuevos hábitos de los clientes”, y que se completan con otras alternativas como los menús especiales por encargo para grupos, para disfrutar de varias alternativas diferentes: tablas de embutidos, de quesos, tortilla, carrilleras, cachopines y una larga selección de alternativas de degustación que preparan con mimo para dar con el gusto a sus fieles en un momento en el que “el menú del día ya no funciona como lo hacía”.

Por eso para ellos es primordial acompasarse al calendario y ofrecer opciones de temporada, como el menú que ya promocionan para San Valentín, además de sumarse a las iniciativas que promueve el Ayuntamiento, como la ruta de la tapa.

Es ahora mismo “lo que más triunfa” en el Plaza, fruto de ir adaptándose e integrándose en la sociedad llanerense. Y consecuencia de ello de ello son otro tipo de colaboraciones: cuando la Sala está libre, se la ceden a una profesora de pilates para dar clases, y muchas vecinas aprovechan para ponerse en forma y socializar en el local.

 El proyecto “marcha bien”, porque “la gente nos valora, y estamos satisfechos”, reconoce José Roldán. “Procurando hacer cosas distintas y seguir innovando”, sostiene, aspiran a seguir al menos otros 20 años. Corriendo de un lado a otro de la barra, porque es hora punta y en el Plaza no se para nunca: “estamos a tope”.

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