Esmeralda fue costurera y Ramón policía, van camino de los cien años y su vida se celebró en el San Isidro de Llanera

Casi 900 jubilados comparten misa y comida por el patrón del campo en un acto con homenaje a los mayores

Luján Palacios

Luján Palacios

Posada de Llanera

"Los mayores sois escuela de humanidad , el mejor tesoro y herencia que podéis transmitirnos". El párroco José Julio Velasco tuvo ayer palabras de elogio para los jubilados del concejo que festejaron por todo lo alto el día de San Isidro con misa solemne en Posada y una comida a la que asistieron casi 900 personas. Fue una jornada especialmente dedicada a los mayores, muchos de ellos retirados del campo en un municipio con un importante bagaje agrario, porque "el pueblo que no honra a sus mayores es un pueblo sin futuro", proclamó el sacerdote en la homilía de la misa festiva.

A la fiesta acudió el equipo de gobierno y los ediles del PP y Vox para compartir eucaristía y mantel. Con procesión de entrada de la imagen de San Isidro labrador y menciones al santo de "fe recia y sencilla" que "tenía siempre su casa abierta a los más necesitados" y que "es ejemplo de vida para nuestro tiempo y nuestro concejo, en un mundo de violencia y adversidad debemos ser como el santo, porque en Llanera nadie se siente extraño sino que somos hermanos que caminamos juntos", resumió Velasco, acompañado de varios sacerdotes en la celebración.

Rematada la parte religiosa, los jubilados se dieron cita en el restaurante La Campana para disfrutar de una comida multitudinaria impulsada por el Ayuntamiento, "como una boda pero mejor", proclamaba un grupo durante el ágape. Porque además de aperitivo de bienvenida tuvieron menú especial, baile y hasta sorteo de regalos.

Antes de sentarse a comer, el Consistorio reconoció a los jubilados del año: Esmeralda García y Ramón González, ejemplos de vida longeva llena de experiencias y duro trabajo.

Reconocimiento a una vida

En el caso de Esmeralda, nacida en Gijón hace 96 años, la labor comenzó bien pronto, a los 13 años, cuando "empecé a trabajar como costurera, hasta los 27", relataba ayer acompañada por su amiga María del Mar Arias. Después pasó a trabajar a la Conservera Asturiana, porque "allí tenía seguridad social". En 1967 se trasladó a vivir a Caraviés, en Llanera, después de casarse con José Luis González, aunque ahora "vivo en Posada, donde el campo de fútbol". Poseedora de una energía envidiable, todos los días "voy a tomar el cafetín a la una, y a las seis de la tarde, otra vez, aunque no llego al cruce", bromea. Además, es una gran lectora, sobre todo "de revistas, no dejo una, aunque leo lo grande nada más y cada vez menos, porque la vista me cansa". Madre de un hijo, y con un nieto de 20 años que es su orgullo, ayer no cabía en sí de alegría al recibir el ramo de flores y el bastón que la acreditan como jubilada del año .

Junto a ella fue premiado Ramón González, de 94 años y natural de Ables, quien fue durante buena parte de su vida policía local en Oviedo, aunque empezó "en el parque de San Francisco, cuidando a la osa Petra". Después pasaría a ser "guardia de los que organizaban el tráfico en un pedestal, con uniforme azul y casco blanco", como indicaba su hija Belén González, y de ahí, a la Policía Local, donde fue motorista y acabó en el servicio de grúa tras un accidente.

Además, trabajó en todo lo que pilló: fue minero, conductor de autobús para llevar a los niños al instituto, recaudador de impuestos y hasta taxista de viajes concertados a donde lo necesitaran. Padre de dos hijas, Belén y María José, y abuelo de dos nietos, reside en Posada, y ayer se emocionó con su premio. Un reconocimiento bien merecido en un día de fiesta que se alargó hasta la noche. Como bromeaban los más juergistas, "mañana volvemos".

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