La médica llanerense que también es pintora: "Ya puedo tener dolores que cuando me pongo delante de un cuadro se me pasa todo"

Yolanda Verdera, doctora del consultorio de Moreda, inició su carrera en el arte ya de adulta con Luis Repiso y despunta por el realismo de sus obras

Yolanda Verdera.

Yolanda Verdera. / L. P.

Luján Palacios

Luján Palacios

Posada de Llanera

Define el pintor asturiano Luis Repiso a la llanerense Yolanda Verdera como "una artista con carácter personal en sus obras, con sentido artístico desarrollado ágilmente y bien construido, apoyado en trabajo y talento". Abunda en que se trata de una pintora "con sensibilidad al elegir sus temas plásticos, en la capacidad del desarrollo del color, en el dibujo acertado, en los juegos cromáticos que distribuye por todo el lienzo de una manera suave y reposada pincelada".

De tal manera que "podemos decir que ya es ‘Ella’ en este mundo tan difícil de la plástica; una artista con madurez y habilidad expresiva en el camino de la figuración o realismo mágico, desarrollado con habilidad y acierto", añade.

Luis Repiso es su maestro desde hace 23 años. "Ella" es Yolanda González, médica de atención Primaria en el consultorio de Moreda y llanerense de Posada, de Casa Verdera (de ahí su apellido artístico), a la salida de la capital del concejo. Una doctora que valora la cercanía con el paciente, de mirada bondadosa y un pulso que la ha hecho merecedora de una extensa obra y varios premios y exposiciones pictóricas. Sin embargo, con la prudencia del humilde, se quita toda importancia y no se cree merecedora de atención.

Le viene la afición desde pequeñita, porque la Yolanda niña siempre jugaba con colores y lápices. "Me gustaban las cosas manuales", rememora. Cuando empezó la carrera de Medicina "pensaba que haría cirugía, por esa habilidad manual", señala. Pero el destino la llevó por otros senderos, hasta que "cuando los hijos empezaron a ser mayores y yo a tener más tiempo, decidí apuntarme a clases de pintura con Luis Repiso". Empezó desde cero, porque al crecer dejó de lado los lapiceros de colores. "No había pintado nada, ni autodidacta ni nada; todo lo aprendí con mi maestro", afirma Yolanda.

Fue un proceso provechoso y el inicio de una larga relación formativa, en la que aún sigue asistiendo a clase dos horas por semana y con varias obras en marcha. "Era una asignatura pendiente, algo que me apetecía y que tenía ganas de hacer", explica. "En la primera clase Luis me dijo: toma, necesitas estos pinceles y estos colores para empezar, y vamos a hacer esta marina. Me puse a ello y bueno, creo que se me daba bien, pues aquí sigo", confiesa con una sonrisa.

Al principio, las clases eran dos días por semana, pero las obligaciones laborales mandan y ha tenido que bajar el ritmo. Porque, además, la artista asegura que pinta "sin más pretensiones, lo que me gusta y me hace feliz". Con la singularidad, además, de que sólo pinta en clase, nunca en casa. Es una especie de ritual, aunque en el hogar dedique tiempo a otros pasatiempos manuales como la costura o el scrapbooking, una técnica de elaboración de álbumes de recortes descubierto durante la pandemia, cuando había más tiempo libre.

Como pintora, Yolanda es irremediablemente realista. "Sencillamente, lo abstracto no lo entiendo", asevera entre risas. "Hace poco fui a una exposición y estéticamente me gustó, pero el significado es algo que, sin que te lo expliquen, puede que no llegues a entender. Será porque yo soy de Ciencias y es todo mucho más empírico", señala. Por eso, ella se ha centrado en captar la realidad, con paisajes y naturalezas, rincones y manzanas. Muchas manzanas, siempre a la búsqueda del detalle.

No en vano sus referentes son el propio Luis Repiso y figuras de la talla de Antonio López y su mujer, María Moreno. Y relata cómo "en una de las exposiciones que hice en la sala del BBVA, en Oviedo en 2020, el periodista Evaristo Arce se quedó mirando y me dijo que le recordaba a Antonio López. Yo creo que salí levitando", relata.

Empeñada en captar al máximo el detalle, para Yolanda Verdera lo más difícil es "saber qué pintar", pero para ello cuenta con "al poyo del maestro Repiso, que enseguida tiene ojo para orientarme, y siempre sale bien".

Ganadora de premios como los del Colegio de Médicos y del Concurso de Mujeres Pintoras del Oriente, ha tenido obras seleccionadas para colectivas en Asturias, Galicia, Madrid o Castilla-La Mancha, junto con varias muestras individuales. Pero donde más obra se acumula es en su casa de Posada, convertida en galería de arte con algunos de sus trabajos más queridos.

Anda últimamente rematando una obra conmovedora: las manos de un sastre en su labor de costura. Con la dedicación de quien ama lo que hace y, además, como buena doctora, consciente de que el pincel es una gran medicina. "Puedo estar cansada, con dolores aquí y allí, pero en cuanto me pongo delante del cuadro se me pasa todo; a mis pacientes les recomiendo siempre que tengan una afición manual, es lo mejor", cuenta la artista.

Una receta para ser más feliz que "Ella" tiene pensado seguir practicando. Para continuar captando lo pequeño, retándose cada semana frente al realismo.

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