La pintura hace feliz a la llanerense Paz Menéndez: "Ha sido mi salvación, mi refugio para estar tranquila y evadirme"

"No me centro en una temática en particular, suelo hacer cualquier cosa que me guste, desde paisajes a autorretratos", afirma la vecina de Villabona

Paz Menéndez, ante una de sus obras.   | L. R.

Paz Menéndez, ante una de sus obras. | L. R.

Lucía rodríguez

Villabona (Llanera)

En la segunda planta de la casa de Paz Menéndez en Villabona (Llanera) el color es un asalto constante desde unas paredes llenas de cuadros que también se apilan por el suelo, por la mesa y en cada rincón. "Este estudio ha sido mi salvación", asegura. Allí, con sus pinceles, sus lienzos y su inspiración se puede pasar horas, aunque a ella le parezca que son tan solo unos pocos segundos. "Aquí es donde yo me refugio, como modo de evasión, para relajarme y estar tranquila. Aquí, pintando, soy inmensamente feliz", afirma.

Menéndez comenzó a pintar de niña. "Ya en el colegio, dibujar era una cosa que me relajaba muchísimo", explica. "Fui a clase al Instituto Femenino en Oviedo y dábamos dibujo como una asignatura. Siempre, a final de curso, me cogían alguno de los míos para una exposición conjunta", recuerda.

Después de residir 29 años en Bruselas (Bélgica), trabajando como cocinera, Menéndez y su marido regresaron a España en 1991, a causa de la enfermedad de una hermana. "Fue entonces cuando, para evadirme un poco de toda la problemática que me había sobrevenido, comencé a pintar mucho más, ya que lo había dejado de lado durante muchos años", detalla. No fue hasta 2005 cuando volvió a instalarse definitivamente en su Villabona natal, porque, subraya, "para mí, la familia es lo primero".

Paz Menéndez entró a formar parte de la Asociación de Vecinos de San Miguel de Villardeveyo, de la que es vicetesorera. "Empecé a mover los hilos para poder incluir entre las actividades del centro social un taller de pintura", relata. Allí, Chus Cortina imparte clases los lunes y los martes a un grupo de once persona. "Aprendemos distintas técnicas y, aunque hago de todo, a mí lo que más me gusta es pintar al óleo", señala.

"Romántica por naturaleza", como ella misma se define, Paz Menéndez pinta, no solo por satisfacción propia, sino también para hacer cualquier superficie "más agradable a la vista".

En su casa, un ramo de flores amarillas decora la puerta de entrada a una habitación. También las paredes muestran algunas de sus obras con la sencillez del que quiere transmitir una emoción a los ojos del que mira, sin llegar a sobrecargar el ambiente. "No me centro en una temática en particular, suelo pintar cualquier cosa que me guste, desde paisajes hasta autorretratos". Muchos de los cuadros que decoran su hogar "son réplicas de fotografías que me recuerdan momentos felices, como mi marido y yo paseando de la mano por una playa, o mi sobrino sentado en el banco del mirador del Sablón en Oviñana".

Poco a poco, su arte fue saliendo al exterior y dejó de estar encasillado entre las cuatro paredes de su hogar o encerrado entre los márgenes de un lienzo en blanco. "El primer mural que pinté, con la ayuda de algunos vecinos, fue para un programa de la televisión autonómica, donde estaban las antiguas escuelas", recuerda.

Restauración

La obra representa las principales actividades económicas que se desarrollaron en la parroquia: la minería y el ferrocarril. Actualmente, la obra está pendiente de restauración porque "al ser novata, no sabía que tenía que poner imprimación en la pared, para que el dibujo quedara fijado y está un poco desconchado". Una ventana abierta al mundo en el muro de la casa de su vecino, un gatito que pide amor en la puerta exterior de su sótano, un paisaje con varios felinos en la puerta del contador de luz o una de las gateras cedidas por el Ayuntamiento de Llanera para las colonias felinas forman parte de su obra.

Además, desde su posición como vicetesorera de la asociación vecinal organiza varias comidas para los diferentes grupos. "Coordino, por ejemplo, la de los antiguos ferroviarios, la del grupo de gerontogimnasia del centro social y, este año, también nos reunimos para el Día de la Mujer, el 8 de marzo", afirma. En todas ellas, Paz Menéndez siempre deja su huella a modo de estallido de creatividad. "Les regalo postales pintadas por mí a los asistentes o colaboro elaborando los meseros, pues me gusta hacer algo especial para cada ocasión", señala.

La vida no ha sido fácil para Paz Menéndez. Después de media vida residiendo fuera de su localidad natal, el destino le sacudió cuando llegó la enfermedad de su hermana, los cuidados a su madre y, hace cinco años, un problema de salud que afectó a su marido. Sin embargo, nunca ha perdido la sonrisa. "Intento mantenerme activa para, durante un rato, olvidar todo lo que me rodea", dice. La pintura le ayuda a conseguirlo.

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