Me gusta leer prensa escrita, porque elijo a qué quiero prestarle atención y a qué no, porque yo decido si tal o cual noticia es importante o enriquecedora para mí y cual no. Me gusta leer los artículos de opinión (especialmente los que discrepan de los míos), porque me ayudan a ser cada día un poco más tolerante, un poco más respetuosa con la diversidad del ser humano, y con las razones de cada cual para pensar como piensa, para sentir como siente y para actuar como actúa.

Cada vez aborrezco más la televisión, porque pretende dirigirnos cual rebaño impasible hacia lo que “ellos” consideran “importante” (o lucrativo…). La aborrezco también porque nos hace prestar una importancia desmesurada a aspectos que tienen poca relevancia en nuestro día a día (vivimos en la época con más canales de televisión de la historia y al mismo tiempo en la que menos informados estamos sobre la realidad de nuestra propia vida). La aborrezco por la manipulación que hay detrás de sus mensajes, por el tiempo vacío que nos deja y por las estrategias de control social que como psicóloga percibo en sus mensajes.

Y, como este artículo va sobre la televisión, y como en mi consulta de psicoterapia siempre pregunto a mis clientes por sus hábitos de ocio, he observado algunas correlaciones curiosas. He observado una correlación inversa entre:

  • El tiempo que una persona dedica a las pantallas y la riqueza de su vida.
  • El interés en el cotilleo vacío y la ocupación en la propia historia (en hacerse cargo de la propia vida).

He observado que cuando mis clientes van resolviendo los problemas que les traían a consulta, el tiempo de ocio vacío y pasivo (como es la televisión) va disminuyendo a la par que crece el tiempo que dedican al llamado ocio activo. He observado y sigo observando que cuando una persona se hace cargo de su propia vida, cuando asume aquello que no anda bien en su interior y comienza a hacerle frente, le interesan bastante menos las noticias vacías y carentes de sentido. He comprobado que cuando una persona está dispuesta a asumir su propia realidad y la del entorno en el que vive, le interesa bastante más su propia biografía y la de sus seres queridos que los chismes ajenos. Una cosa es interesarnos por lo que ocurre en nuestro entorno cercano (nuestro pueblo, nuestra comunidad) y en aquello que repercute positivamente en nuestra vida, mientras que otra muy distinta es interesarnos por la crítica al prójimo y en desalentarnos con situaciones que no están bajo nuestro control.

Una cosa es estar al día de lo que ocurre en el mundo, y otra muy distinta es estar conectados con nosotros mismos y nuestro entorno más próximo (en mi caso Llanera), con nuestro pueblo y con nuestro “mundo” real.  Una cosa es estar conectado con el exterior y otra más difícil pero también más fructífera es estarlo con lo que ocurre en nuestro interior.

Menos televisión y más vivir nuestra propia vida.