Todos conocemos la situación privilegiada de la que gozan las tierras que desde la Eda Media forman el concejo de Llanera. Por eso, los romanos eligieron como su centro administrativo y de comunicación Lucus Asturum. Aunque durante el reino visigodo y en los primeros siglos de la Edad Media la conocida como Planaria entra en una palpable decadencia y va perdiendo importancia en favor de otros territorios, hasta llegar a la erección de Oviedo como la capital del reino de los astures, la gran llanura al norte de la urbs regia se convirtió en un lugar deseado por los reyes asturianos. Tenemos documentos directos y deducciones bien fundamentadas que nos permiten aseverar que la familia real tenía grandes posesiones en el actual concejo. Nombres como Bonielles, Anduerga o Villanueva, entre otros, están claramente vinculados a la casa real y muchas de las iglesias del concejo están bajo advocaciones de santos de los que eran particularmente devotos los monarcas. En 1112, la reina Urraca cede a la iglesia de Oviedo, es decir, a la Catedral, el dominio de todo el concejo de Llanera, “tota Lanera integra”, donación que deja de manifiesto que las casas reales de Asturias, primero, y de León, después, eran las propietarias de Llanera. Desde ese momento, el concejo pasa a depender de la jurisdicción del obispo de Oviedo y así permanecerá hasta finales del siglo XVI, cuando el rey Felipe II, acuciado por las deudas que el mantenimiento de los inmensos territorios de la Corona entrañaba, y más en particular por las guerras de Flandes, decide desamortizar distintos bienes eclesiásticos, entre ellos nuestro concejo. Así como la mayor parte de los llamados concejos de obispalía son adquiridos por sus vecinos, eso no ocurre en Llanera. Aunque las protestas vecinales, de las que es uno de sus portavoces Alonso del Campo, intentan que sus moradores compren el concejo, no lo consiguen. Oviedo puja con fuerza para hacerse con la propiedad de las tierras de Llanera y finalmente logra su propósito tomando posesión del concejo el 10 de abril de 1581. ¿Por qué puso Oviedo tanto empeño en conseguir el dominio de Llanera? Son muchas las razones que podrían explicar este hecho, pero sin duda una de las más importantes era la situación estratégica del mismo, su posición aledaña a Oviedo, y la facilidad de la comunicación entre los dos territorios, lo que se ve refrendado porque algunos de los linajes más importantes de la capital tenían casa y propiedades en Llanera. Un caso paradigmático es el de la familia Valdés. Además de sus numerosas posesiones y de la residencia de su linaje en la Torre de San Cucao, tenían también su casa en Oviedo, en un lugar cercano a la Catedral, que se situaría en la actual plaza de Juan XXIII, lindante con la calle de Jovellanos.

El dominio de Oviedo sobre Llanera entrañaba que el alcalde mayor era nombrado por el Ayuntamiento de la capital, así como varios cargos concejiles, mientras que el alcalde efectivo era elegido por los vecinos. Es de notar que, a pesar de la dependencia ovetense, Llanera siguió manteniendo su condición de concejo, aunque bajo el dominio de la capital. Esta situación va a perdurar hasta casi el final del Antiguo Régimen.

La promulgación de la conocida como Constitución de Cádiz en 1812 va a cambiar la situación, al crearse a partir de ese momento los llamados ayuntamientos constitucionales. Nacen algunos nuevos y otros abandonan su dependencia de concejos mayores, como es el caso de Llanera con respecto de Oviedo. En 1814 vuelve Fernando VII a España y pronto anula la citada constitución. Pero durante el llamado trienio liberal, entre 1820 y 1823, vuelve a entrar en vigor, y en esos años se acelera la erección de ayuntamientos constitucionales.

Por el momento no dispongo de todos los datos que me permitan dar una fecha exacta de la creación del Ayuntamiento de Llanera como concejo independiente de Oviedo. Pero sí tengo constancia de diversos documentos de 1820 que ya lo califican como constitucional, de lo que podemos deducir que, si no antes, lo que pudo haber ocurrido perfectamente, ya había entonces en Llanera un concejo sin vínculos con la capital.

Por tanto, Llanera empieza en esos años su andadura como administración exenta, y rompe definitivamente las ataduras que la unían a la capital desde los tiempos medievales, primero a los reyes de Asturias, después a los obispos de Oviedo y finalmente al gobierno de la ciudad, es decir, a su Ayuntamiento.

A partir de entonces, Llanera se adapta a las nuevas circunstancias. La mayor parte de la `población vivía de la agricultura y la ganadería, fundamentalmente con la condición de colonos dependientes de las familias nobles, las cuales, a sus propiedades seculares, añadieron los bienes desamortizados a partir de 1835, que habían pertenecido básicamente al monasterio ovetense de San Vicente. Pero también empezaron a explotarse a mediados del siglo XIX las abundantes riquezas mineras del concejo y se inició, en los últimos años de esta centuria y en los primeros de la siguiente, una considerable actividad industrial, centrada básicamente en dos importantes empresas ubicadas en la parroquia de Cayés, una fabrica de cerámica y otra de explosivos, lo que demuestra que las nuevas clases dirigentes supieron apreciar bien la centralidad de Llanera.

Esa centralidad seguirá teniendo un peso considerable en los años siguientes. Aquí se instaló, a partir la tercera década del siglo XX, el que sería durante algunos años el aeropuerto de Asturias. o, mucho más recientemente, los polígonos de Silvota y ASIPO. Pero de esto hablaremos otro día.