En estos tiempos tan convulsos que nos ha tocado vivir, con multitud de problemas globales que nos afectan en nuestro día a día y temiendo un futuro incierto para nuestra sociedad, dejo aquí mis reflexiones sobre un tema que considero alarmante y que no tengo claro que se le esté dando la importancia que requiere. Se trata de la tendencia creciente que el sobrepeso y la obesidad tiene en la infancia y en la adolescencia. Sin entrar en estadísticas que se pueden encontrar fácilmente, observo con preocupación como cada vez más niños y niñas padecen esta situación, que acarrea problemas serios de salud relacionados con patologías que pensábamos eran casi exclusivas de personas de mediana o avanzada edad. El exceso de peso corporal a edades tempranas supone además una pérdida de agilidad y una tendencia al sedentarismo que perjudica sensiblemente al aparato locomotor (músculos, tendones, articulaciones). Este escenario es como la “pescadilla que se muerde la cola”, al perder agilidad se disminuye instintivamente la actividad física, ya que cada vez supone un mayor esfuerzo realizarla.

Debemos ser conscientes que en muchos casos esta “anomalía funcional” es fácilmente evitable o mejorable manteniendo unos hábitos de vida saludables, que esencialmente se pueden resumir en dos aspectos principales como son seguir una dieta variada evitando la “comida basura” y mantener una actividad física regular. Hay muchos factores que intervienen en este problema tan extendido en la sociedad actual, desde el entorno de cada persona, las relaciones sociales o la intensa publicidad mediática, pero estoy convencido que la responsabilidad más importante es nuestra, la de los padres y madres que debemos velar por un desarrollo satisfactorio de nuestros hijos en todos lo aspectos, tanto el emocional como el intelectual, pero sin descuidar la actividad física. Una forma física adecuada ayuda a la concentración en el estudio, mejora el equilibrio emocional, y refuerza la actitud personal ante las circunstancias que se nos presentan en nuestra vida cotidiana.

La excusa de la falta de tiempo no se sostiene, ya que estoy convencido que es habitual en nuestra sociedad pasar varias horas diariamente delante de una pantalla (televisión, móvil, tableta, portátil, …) por motivos de ocio. “Sacrificando” una hora diaria del tiempo dedicado a las “pantallas” y dedicándola a algún tipo de actividad física al aire libre, nos reportaría beneficios indiscutibles. Quizás esto sea más difícil de llevar a la práctica en grandes núcleos urbanos, sin embargo, en el entorno rural es bien sencillo. Concejos como el nuestro, Llanera, nos brindan la oportunidad de realizar paseos, caminando, corriendo o en bicicleta, por multitud de sendas, caminos y caleyas en un entorno natural muy diverso. También quiero recalcar que la actividad física al aire libre en buena compañía puede fomentar las relaciones personales físicas, que hoy en día se están perdiendo al sustituirse por esa interacción “enlatada” a través de las redes sociales.

Hemos de combatir el sedentarismo y llevar unos hábitos de vida saludables, transmitiendo esta filosofía a nuestros menores propiciaremos que su salud y su calidad de vida sea mejor hoy, mañana y en el futuro.