Oviedo, M. J. I.

Remedios Rodríguez Priede, «Paisana del año» 2008, acumula 103 años a sus espaldas. Ha llovido mucho desde que nació en el pueblo de Virio (Parres), en el año 1905. Sus primeros recuerdos van ligados a las vacas y a la casería en la que se crió junto a otros siete hermanos. Como a tantas mujeres de su época, le tocó ayudar en casa, trabajar en el campo y llevar las vacas a los pastos. También tuvo tiempo para ir al colegio y aprender a leer y escribir sin faltas de ortografía, como se encarga de recalcar. La lectura ha sido una de sus grandes aficiones, «pero ahora ya no veo, todo se acaba».

Cuatro de sus hermanos emigraron a México. Ella se quedó en Asturias y como no se casó, se dedicó a criar a una numerosa prole de sobrinos-nietos. Una de ellas, Esmeralda Longo, vive con ella en Lugones y la cuida a diario. Antonio, el hermano de Esmeralda, trabaja fuera, pero también está muy pendiente de una mujer que se levanta a las ocho de la mañana y no perdona su paseo diario. Los sobrinos aseguran que Remedios come de todo y es capaz de pasarse dos horas hablando, desgranando historias de la guerra civil, que le tocó vivir, o de los familiares que ya se han ido.

La longevidad va grabada en los genes de la familia. De hecho, una de sus hermanas, que vive en Gijón, tiene 102 años.

Remedios Rodríguez, que no toma ningún tipo de medicamento, vivió el día de la Ascensión -el pasado domingo- como una niña con zapatos nuevos. A las siete y media ya se levantó, para desayunar café con croissant y arreglarse. Los sobrinos comentan que tenía miedo a llegar tarde. No fue así. Sus días transcurren con tranquilidad, en Lugones, y recordando que en el huerto de su casa se plantaba de todo: patatas, berzas, fabes. Se trataba de asegurar el alimento de la familia y vender el resto en los mercados de Arriondas, los sábados, y de Infiesto, los lunes. Eran otros tiempos.