Oviedo, M. J. I.

Cuando hace unas semanas la cadena norteamericana de supermercados Wal-Mart anunció el racionamiento de la venta de arroz, las alarmas se dispararon en el mundo. El continuo aumento de los precios de los alimentos, unido a la escasez de algunas materias primas como el maíz o la soja, empleadas para biocombustibles, ya ha provocado las reacciones de la Unión Europea.

Esta misma semana, la Comisión Europea ha aprobado una comunicación en la que se establecen las medidas políticas tendentes a mitigar los efectos del alza mundial de precios de los productos alimenticios. El documento será debatido por el Consejo Europeo de los días 19 y 20 de junio. En la citada comunicación se analizan los factores estructurales y cíclicos y se incluyen medidas a corto plazo en el contexto de la revisión de la situación de la política agrícola común, que acaba de iniciar oficialmente su andadura para culminar en 2009.

La Comisión ha aprendido la lección del pasado verano -cuando los incrementos de precios lácteos cogió a todos por sorpresa- y propone iniciativas para aumentar los suministros agrícolas y garantizar la seguridad alimentaria. Europa también promoverá nuevas generaciones de biocombustibles sostenibles.

José Manuel Barroso, presidente de la Comisión, declaró que la Unión Europea ha reaccionado rápidamente al alza repentina de los precios de los alimentos. «Estamos ante un problema cuyo origen es múltiple y cuyas consecuencias son numerosas. Hay que actuar, pues, simultáneamente en varios frentes para abordarlo», indicó.

El aumento de los precios de la comida en Europa se ha producido tras treinta años de tendencia a la baja de los precios agrícolas.

Una de las causas es el aumento constante de la demanda, tanto de los alimentos básicos como de los alimentos de mayor valor añadido, así como un crecimiento general de la población mundial. El alza de los costes energéticos está teniendo un fuerte efecto en el precio de los productos alimenticios, particularmente al aumentar el coste de los fertilizantes o el transporte. A ello se une que el crecimiento del rendimiento de las cosechas ha experimentado una desaceleración y han surgido nuevos mercados de productos agrícolas en los países del sudeste asiático.

Entre los factores coyunturales cabe citar cosechas más bien escasas en diversas regiones del mundo, un nivel de existencias históricamente bajo, la depreciación del dólar americano y restricciones a la exportación para diversos proveedores tradicionales del mercado mundial. La especulación ha amplificado la volatilidad de los precios.

En la UE, el alza de precios de los productos básicos ha contribuido al aumento de los precios de los productos alimenticios y a la inflación general. La tabla de de salvación ha sido la buena cotización del euro y el escaso porcentaje que suponen los productos alimenticios en el gasto medio de las economías domésticas.

Sin embargo, los efectos se han sentido con más fuerza en unos estados miembros que en otros, y han sido más graves en las economías domésticas de renta más baja. Mientras que los agricultores se han beneficiado, los ganaderos se han visto afectados por la subida de precios de los piensos.