Oviedo, M. J. IGLESIAS

Las organizaciones agrarias ASAJA y UPA, y la Unión de Cooperativas Agrarias -la COAG, que no ha firmado el pacto de precios por considerarlo insuficiente- han calificado de «histórica» la rúbrica de un acuerdo que, por primera vez, regulará las retribuciones que reciben los ganaderos españoles por la leche que venden a las industrias.

En realidad, lo que garantiza el pacto es un marco estable de relaciones entre todas las partes que integran el sector lechero español, dentro de la interprofesional láctea, que tras quince años de funcionamiento aún no ha conseguido ser un punto estable de referencia.

Los ganaderos sabrán, con bastante certeza, a qué precio cobrarán la leche, partiendo de las cantidades mínimas de 30 o 31 céntimos de euros. El valor del litro no dependerá tanto de las decisiones de las empresas que hasta ahora han primado parámetros como la calidad o la cantidad entregada.

Es la misma práctica que se lleva a cabo en Francia. Consiste en negociar unos precios en las diferentes épocas del año, tomando como referencia los precios en otros países y la marcha de la producción. Tradicionalmente las cotizaciones de la leche bajan en verano, cuando aumenta la producción, y suben en invierno, cuando hay escasez de materia prima.

La paradoja del acuerdo firmado en España desemboca en los despachos de Bruselas. Mientras, en España coleaban las expresiones de satisfacción por el acuerdo. El miércoles, la Comisión Europea hacía público un documento en el que se dice textualmente que «si se llega a la conclusión de que la competencia no está funcionando bien, la UE no dudará en hacer uso de todas sus facultades». Bruselas advierte a las autoridades nacionales en materia de competencia que tienen que desempeñar su papel y vigilar.

La Comisión está analizando las prácticas potencialmente contrarias a la competencia que pueden darse en el sector lácteo. El anuncio es una clara advertencia a los pactos de Francia y ahora también al recientemente suscrito en España.

Mientras la burocracia europea investiga las industrias españolas y las distribuidoras -la mayoría de capital francés- han decidido aceptar las cartas de la baraja que han ofrecido los ganaderos. La estrategia de abaratar la leche importando materia prima barata también juega en su contra. Si desaparecen las ganaderías, las industrias también pueden ver seriamente comprometido su futuro, sobre todo cuando se recupere el consumo.