Oviedo, M. J. IGLESIAS

Los avellanos asturianos constituyen una especie autóctona. Lo que era una sospecha desde hace décadas ha sido constatado científicamente por un estudio del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida). El hallazgo abre la puerta a una marca de calidad europea, como una denominación de origen, que diferencie las avellanas de Asturias de las de Cataluña, Turquía o Estados Unidos.

El trabajo, en colaboración con el Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentaries (IRTA) de Cataluña, constata la precaria situación del avellano en la región. Conocer y conservar las variedades locales es el paso previo para recuperar y mejorar el cultivo en Asturias. Los estudios sobre la avellana se remontan a 1965, cuando la Pomológica de Villaviciosa, actual Serida, seleccionó cinco variedades locales: amandi, casina, grande, quirós y espinaredo. Entre 2003 y 2005 se seleccionaron 91 ejemplares en 21 concejos y 41 localidades. Los pocos cultivos que quedan se localizan en márgenes de fincas y en las orillas de los ríos. Los investigadores del área de Cultivos Hortofrutícolas y Forestales del Serida Juan José Ferreira, Noemí Trabanco, Elena Pérez-Vega y Ana Campa, con Mercé Rovira del IRTA, también refrendan que la importante riqueza de variedades de avellano en Asturias es consecuencia de años de selección por agricultores. Casi no existen plantaciones profesionales. El grueso de la producción se localiza en Piloña y en zonas de Caso, Sobrescobio, Parres, Nava, Cabranes y Ponga.