Oviedo, M. J. I.

Si algo distingue la producción sidrera asturiana es la tradición familiar de los lagares. El censo actual suma un centenar, de los que más del sesenta por ciento se encuentran en manos de la tercera y cuarta generaciones de la misma familia. La reconversión lenta y constante también se ha cebado con el sector. A finales de los cincuenta había unos mil lagares dados de alta como industria.

Las zonas de producción sidrera se concentran en áreas de la costa como Gijón, Villaviciosa y Carreño y zonas interiores como Siero, Nava y Sariego. La elaboración de sidra en el occidente de Asturias se concentra en los municipios de Taramundi y Tineo. Algunas empresas ya han sobrepasado el siglo de vida. Son los casos de Peñón, en Carreño, o Viuda de Palacios, en Tiñana, que ya va por la sexta generación. Recopilar la historia de los lagares no es fácil, porque en la mayor parte de los casos no se conserva documentación escrita anterior a la primera mitad del siglo XX. La forma jurídica más frecuente en los lagares es la de empresario individual. Sólo un 10 por ciento elige la forma de sociedad anónima o sociedad limitada. La producción de sidra gasificada o champanizada se centraliza en diez empresas, que representan el 61 por ciento de la facturación total del sector.