Oviedo

María José IGLESIAS

Aunque la Historia Sagrada vaticina el fin del mundo con fuego, los agricultores y ganaderos asturianos llegaron a pensar esta semana que la Biblia se equivocaba. El agua desbordada de los ríos ha diezmado la cosecha de verano. Los torrentes desbocados han arruinado las fabas, el maíz, las lechugas, los tomates, los frutales y los pastos de verano, que han sufrido daños millonarios -aún sin cuantificar-, y en muchos casos, irreparables.

Un buen ejemplo es la faba. Los agricultores del occidente y centro de la región han visto impotentes cómo el agua ha arrasado con su fuerza incontrolable el trabajo de un mes. Ya hay posibilidad de volver a sembrar. Lo corrobora José Antonio Iglesias, presidente del Consejo Regulador de la Faba y damnificado. Ayer trataba de evaluar las pérdidas en su finca de Serín (Gijón). El ciclo de la faba es de 150 días. Contando con que la tierra se seque en una semana -un plazo bastante corto-, la replantación se realizaría a finales de junio y la recolección se retrasaría en exceso.

Los cultivadores inscritos en el Consejo Regulador, que suman 110 hectáreas, se reunirán el lunes con el consejero de Medio Rural, Aurelio Martín, para pedirle ayudas específicas para la faba. Aunque en principio el Principado no habilitará compensaciones para las cosechas, los agricultores confían en que la faba reciba un trato diferenciado. «El seguro que existe desde hace diez años no era operativo, se cambió en abril y nos avisaron el lunes, el miércoles empezó a llover».

El tiempo jugó una mala pasada a las fabas. Lo que aún es peor: las que se han salvado sufrirán daños importantes en los próximos meses porque el exceso de humedad dañará las plantas que quedaron y provocará enfermedades por hongos en las raíces y en las semillas.

Ulpiano Huergo, de la Sociedad Civil San Martín, que gestiona los cultivos de faba en Argüelles (Siero), duda que los precios vayan a subir por la escasez de producto. «Con la crisis que tenemos, no creo que podamos vender más caro», indica. En Argüelles se recolectaron el año pasado 1.700 kilos por hectárea a un precio medio que osciló entre 10 y 13 euros, según el tamaño del grano.

A las plantaciones de maíz forrajero no les ha ido mejor. La mayor parte de las que se extienden por la rasa costera occidental han quedado anegadas, lo que comprometerá en gran medida la alimentación invernal del ganado en muchas explotaciones, especialmente de vacuno lechero. A estas alturas también resulta imposible resembrar. Los ganaderos tendrán que comprar cereales fuera de Asturias, y eso provocará una subida en los costes de producción, que en circunstancias normales son más altos que en el resto de España. Las hortalizas de temporada -lechugas, tomates y cebollas- también se harán de rogar. Los ganaderos tampoco podrán recolectar la hierba que se salve, al menos hasta que las praderas no pierdan humedad. Los sindicatos agrarios ASAJA y COAG han pedido al Gobierno de España que habilite ayudas específicas para el campo y que la reivindicación sea asumida por el Principado.