Oviedo, M. J. I.

Conseguir un seguro que proteja de forma eficaz la producción de fabas, frente a las inclemencias meteorológicas, es aún una de las asignaturas pendientes para los cultivadores asturianos.

Aunque ya ha habido varios intentos por parte de la entidad estatal Agroseguro, los agricultores no acaban de encontrar la fórmula que les permita salvaguardar la producción con unos costes aceptables.

Ese es el motivo de que en junio, cuando el temporal y las riadas posteriores arruinaron cientos de hectáreas de plantaciones, prácticamente ningún agricultor tuviese pólizas de seguro vigentes.

A pesar de los cambios que se introdujeron la pasada primavera, en estos momentos apenas diez cultivadores, de los 143 adscritos al Consejo Regulador de la faba, han contratado pólizas.

Los agricultores alegan que las pólizas son demasiado caras y que las coberturas no están claras. Un seguro para una plantación estándar llega a costar 2.000 euros. Tradicionalmente las compañías no se han atrevido a «blindar» las producciones debido a los riesgos a los que se enfrenta la judía a causa de la climatología.

Una de las «bestias negras» es la enfermedad de la antracnosis, que aparece por la humedad y se manifiesta con la aparición de la clásica mancha parda o negra del grano de faba, que produce su depreciación comercial. Su incidencia puede ser importante sobre todo si el cultivo se expone a lluvias frecuentes y alta humedad junto con la acción del viento. Hoy en día la única forma de controlarla es sembrar semillas sanas y desinfectadas con productos específicos y la utilización de tratamientos químicos en la última fase del cultivo.

A partir de 2012 los agricultores tendrán a su disposición las nuevas variedades de faba de granja «Sinara» y «Maximina», obtenidas por el Serida que genéticamente son resistentes a enfermedades como la antracnosis y el oídio.