El poni asturcón, la raza autóctona caballar asturiana, documentada desde la antigüedad en los territorios de la cordillera cantábrica, desciende del primitivo «pousoki» o poni caspiano, localizado en el actual Irán, según señala Antón Álvarez Sevilla, presidente de la Fundación Asturcón, en su libro «El poni celta: L'Asturcón ya'l Sheltland». La obra, con imágenes pertenecientes al fondo del Museo Shetland de Escocia, realiza una comparación morfológica entre los actuales ejemplares del Principado y el antiguo «shetland», así como de otras razas ya extinguidas de ponis. Y llega a la conclusión de que las dos variedades descienden de los caspianos.

Álvarez Sevilla explica que genetistas de varias universidades realizaron recientemente un trabajo titulado «European Domestic Horse Originated in Two Holocene Refugia». En él, sugieren que el caballo doméstico actual procede de dos refugios de la época glaciar: uno situado en la península Ibérica y norte de África, y otro en las estepas euroasiáticas, en el entorno del mar Caspio. En ese segundo enclave habrían nacido los antepasados de los asturcones.

Una raza que goza ahora de una envidiable salud. De hecho, el número anual de nacimientos del poni autóctono se duplicó desde el año 2000 y pasó de 96 en el año 2001 a 205 en 2010. El censo ha aumentado casi un 30 por ciento, alcanzando la cifra actual de unos 2.500 ejemplares, según datos de la Asociación de Criadores «Acpra», que gestiona el libro genealógico de esta raza y agrupa a 176 criadores de los 379 que existen en toda España. Los datos muestran que un 77,31% de los ejemplares han sido criados en Asturias, pero que también hay presencia en otras provincias como León, Palencia, Cantabria, Madrid, Gerona o Almería.

El principal problema que denuncian los criadores para la pervivencia de una especie que estuvo a punto de desaparecer hace tres décadas es la depredación a la que se ve sometida por la fauna silvestre, especialmente el lobo, que en determinados concejos ha llegado a mermar hasta el 70 por ciento de los potros del año. Otra de las grandes dificultades es el desconocimiento y la infravaloración de nuestro patrimonio cultural y legado genético, que lleva a algunas administraciones municipales a prohibir la presencia de asturcones en sus montes, como indica Álvarez Sevilla.

El autor, apasionado de las razas autóctonas asturianas y criador -preside la asociación de la oveya xalda-, analizó los trabajos de la americana Louise Firouz, que en 1965 descubrió en las costas meridionales del mar Caspio, en las montañas de Elburz al norte de Irán, grupos de ponis en estado salvaje o empleados para el trabajo en los arrozales y en los campos de algodón. Entre 1971 y 1976 exportó a Europa ejemplares que representaban las 19 líneas diferentes del poni caspiano. Que un poni de la morfología racial del iraní existía ya en el 3000 antes de Cristo, se confirmó por los resultados de las excavaciones de 1949, cerca de Kermanshan, donde se encontraron restos de animales en los que la alzada de la cruz oscilaba entre 0,96 y 1,16 metros. Ése sería, según Álvarez Sevilla, el poni propio de partos y escitas que los historiadores clásicos comparan con el asturcón. Además, sostiene que ese caballo es el eslabón que ya sospechaba Ewart a comienzos del siglo XX, un poni de tipo oriental del que surgieron las distintas razas celtas, vigentes o ya extinguidas. Ese poni caspiano sería la tercera raza entre los representantes primigenios de tipo oriental, junto al caballo árabe y el pura sangre inglés.

El poni celta puro se extendía desde las islas Feroe e Islandia por el Norte, hasta Asturias como mínimo, por el Sur, como resultado de las migraciones de pobladores de origen centroeuropeo. Morfológicamente, los antiguos Shetland se asemejaban notablemente a los asturcones originarios del Sueve. Su estructura era de tipo oriental, con huesos muy finos en las extremidades, con el característico ojo de sapo y el párpado doble para proteger el ojo. Otras razas hoy extinguidas o a punto de desaparecer, como el poni de la isla de barra, el antiguo Highlander, o el bretón, conservaban en conjunto las mismas características raciales. Las aportaciones de Álvarez Sevilla al conocimiento de las razas caballares de los países célticos le han valido una invitación de la Asociación de Criadores de Shetland para pronunciar próximamente una conferencia en Escocia.