La carne de potro reclama su lugar en los fogones de Asturias, y poco a poco recupera el espacio que fue perdiendo con los años en los que descendió su protagonismo a favor de la ternera, el porcino y el pollo. Aunque la tendencia al alza no es tan acusada como en el resto de España, donde el consumo de equino pasó de 11.265 toneladas en 2011 a 12.900 entre enero y octubre de 2012, según los últimos datos del Ministerio de Agricultura, en la región la venta de carne de potro se mantuvo constante en el ejercicio anterior.

Y ese dato dice mucho en un año en el que la mayoría de los sectores alimentarios acusó la crisis. Una de las ventajas de la carne de potro es su menor precio, unos dos o tres euros por debajo que el kilo de vacuno.

Lo constatan profesionales como el carnicero gijonés José Vega Fernández, que abrió su negocio de carne de potro hace 25 años. «Entonces había en Asturias 13 o 15 establecimientos, ahora quedan dos en Gijón y alguno en Oviedo», indica. Vega explica que el público que acude a la carnicería es de lo más variado, «hay de todo, desde amas de casa hasta jóvenes que buscan un producto saludable», señala.

De las propiedades de la carne sabe el ganadero allandés Ignacio Fernández Canto, que mantiene a los potros hasta el destete en Pola de Allande y, posteriormente, los ceba un par de meses con trigo y cebada en su finca de Arlós (Llanera). Un potro se sacrifica con unos ocho o nueve meses. Fernández Canto insiste en que la alimentación es completamente natural. «No hay carne más ecológica que ésta», asegura.

En Asturias habitan más de 90.000 caballos y buena parte de los productores de carne de equino se agrupa en la Asociación de Criadores de Ganado Equino de la Montaña Asturiana (ACGEMA), que trabaja desde junio de 2010 para difundir las bondades de este producto entre los consumidores.

El pasado diciembre la entidad organizó unas jornadas divulgativas en las que colaboraron las escuelas de hostelería del IES Valle de Aller (Moreda), Marqués de Casariego (Tapia) y del IES de Llanes, que fueron todo un éxito.

ACGEMA está integrada por unos seiscientos productores de carne de potro que venden a la empresa Cárnicas Hicor, que a su vez exporta la mayor parte del género a otros puntos de España, como Levante, y a Italia, donde la carne de potro es un manjar muy apreciado.

Ángel Lagar, presidente de la asociación, asegura que el caballo es una excelente alternativa a la ganadería láctea o al vacuno de carne de las razas asturiana de los valles y de la montaña.

En la cría de caballos para carne quedan totalmente excluidos los asturcones, la raza autóctona del Principado, así como otra clase de équidos orientados a la competición.

Los ejemplares que se crían en las montañas asturianas se caracterizan por su gran resistencia. Los animales actuales, bien diferenciados de los asturcones, descienden de los ejemplares que tradicionalmente se han empleado en las aldeas asturianas para llevar a cabo tareas agrícolas.

A fin de reordenar el sector cárnico asturiano y facilitar la comercialización de ejemplares, la Junta General del Principado aprobó el pasado martes una proposición no de ley del Grupo Popular que insta al Consejo de Gobierno a adoptar las medidas necesarias para que, debido a la urgencia de la situación, a los aproximadamente 5.000 animales de la especie equina a los que en su día se les identificó con los llamados «Documentos de identificación equina sustitutivos» se les apliquen las excepciones que prevé la normativa vigente para que puedan ser aprovechados para carne, según explicó el diputado del PP Luis Venta Cueli.

Venta asegura que regularizar la situación de los caballos, que de otro modo acabarán en las instalaciones de Proygrasa, evitará un problema económico para gran número de ganaderos que no pueden comercializar los animales. «También se evitará desatender la normativa de bienestar animal, pues no se pueden conocer las condiciones en las que se van a producir las eutanasias de estos animales», comenta.

Según fuentes de la Asociación Profesional de Salas de Despiece y Empresas Cárnicas, países como Francia, Italia, Bélgica o Grecia son algunos de los principales demandantes de este tipo de carne, que también se utiliza para elaborar alimentos para mascotas.

Explican que el factor precio influye en los compradores y son muchos los que «se están olvidando del bistec y del entrecot», productos muy demandados entes de la crisis, y vuelven a comprar otros formatos para preparar estofados, caldos o albóndigas de menor coste.

Por su parte, el comisario de Salud y Consumo, Tonio Borg, aseguró ayer que tomará «acciones inmediatas» si la presencia de carne de caballo en productos precocinados anunciados como vacuno plantea un riesgo para la salud de los consumidores, pero ha insistido en que, por el momento, se trata de un problema de «fraude» en el etiquetado del producto.

En una rueda de prensa en Bruselas, previa a una reunión extraordinaria con los ministros responsables del caso en los países directamente afectados, entre los que no está España, Borg ha apuntado que el escándalo de la carne de caballo hallada en lasañas de la marca Findus vendidas en Reino Unido es una cuestión de «fraude», que revela la «negligencia» en el control y seguimiento de los alimentos.

«Sería injusto e inadecuado para todos los estados miembros implicados convertir este caso en un asunto de seguridad alimentaria sin tener pruebas de que así sea», ha advertido Borg al ser preguntado por las garantías de seguridad con que cuenta Bruselas, habida cuenta de que ha fallado la trazabilidad de los productos contaminados. El comisario insistió en que «hasta ahora no hay indicios» de que la presencia de carne de caballo en los alimentos precocinados que han despertado la alarma suponga un riesgo para la salud.