En Asturias la actividad agraria es fundamentalmente ganadera, centrada en el vacuno, tanto de leche como de carne. La producción final agraria, sin considerar subvenciones, se aproximó en 2013 a los 350 millones de euros, representando la leche un 55% de dicha cifra y la venta de ganado para carne y vida un 32%, siendo el resto otros productos ganaderos (2%) y la producción agrícola (11%).

La mayor parte de las explotaciones, al igual que de las cabezas de vacuno y de las hectáreas, se dedican a la producción de ganado de carne. Así, en 2014 las ganaderías de vacuno de carne se cifran en 14.214 sobre un total de 16.966. Igualmente, se observa que las razas autóctonas, de aptitud cárnica, han experimentado un crecimiento considerable en las últimas décadas, siendo la raza asturiana de los valles la que cuenta con el mayor número de efectivos en 2014, por encima de la raza frisona de orientación lechera (188.417 cabezas de asturiana de los valles frente a 121.516 de la raza frisona). Por otra parte, la ganadería de carne ocupa mucha más superficie agraria que la lechera: según los datos de la Encuesta sobre la Estructura de las Explotaciones Agrícolas correspondiente a 2013, la ganadería de carne emplea en Asturias 152.000 hectáreas mientras que la de leche utiliza 55.000.

Aunque la ganadería de carne presenta en Asturias un importante peso social, territorial y agroambiental, esta situación no se traduce en la misma medida en términos económicos. En efecto, mientras que el sector lácteo con menos ganaderos, cabezas de ganado y hectáreas representa el 55% de los ingresos agrarios, el cárnico genera el 32% con más ganaderos, cabezas de ganado y hectáreas. Estos datos reflejan un problema de baja productividad sectorial, que se palía en gran medida con las ayudas públicas, destinadas a mantener la renta de los ganaderos de carne y a retribuirles por los servicios agroambientales que prestan a la sociedad con su actividad.

Por otra parte, las estadísticas de la industria alimentaria en Asturias relativas a 2013 ponen de manifiesto que mientras la industria cárnica obtiene unos ingresos de 112 millones de euros, que suponen el 6,4% del total de la industria alimentaria asturiana, la láctea llega a los 1.126 millones de euros, representando el 64,5% de dicho total. Los indicadores de productividad de la industria cárnica están muy por debajo de los de la láctea: los ingresos por trabajador son 122.000 euros en la cárnica frente a 465.000 en la láctea, y de forma análoga, el valor añadido por empleado asciende a 31.000 euros en la cárnica y a 77.000 en la láctea. Para entender estas diferencias de productividad, entre otros factores, hay que hacer referencia al tamaño de las empresas, ya que el sector cárnico está muy atomizado.

Los datos expuestos muestran que el sector cárnico en Asturias presenta un problema de baja productividad, tanto en las explotaciones como en la industria, que lastra la competitividad sectorial y que ejerce de freno para el aprovechamiento del potencial que este sector presenta.

A continuación se introducen algunos de los puntos sobre los que parece existir cierto consenso y que son de gran interés para llevar a cabo estrategias de futuro encaminadas a incrementar el peso económico del sector cárnico en Asturias y su contribución a la renta de las zonas rurales.

1. La carne de vacuno en Asturias cuenta con un potencial productivo infrautilizado. A partir del censo de vacas existentes en los últimos ejercicios se ha estimado un potencial de producción cárnica anual de unas 40.000 toneladas canal, lo cual contrasta con la producción obtenida que se sitúa aproximadamente en el 50% de dicha cifra.

2. Tenemos recursos (ganaderos, tierra, vacas, imagen, etcétera) para incrementar el peso del sector cárnico en la economía regional, lo cual debe repercutir en rentas adicionales para los ganaderos, la industria y la distribución. Por tanto, nuestro reto para el futuro consiste en aprovechar este potencial productivo de forma competitiva.

3. Existe la necesidad de alcanzar una mayor coordinación en la cadena de valor cárnica entre productores, industria y distribución. Tomando ejemplos de otras regiones, se considera que las cooperativas agrarias pueden desempeñar un importante papel en este sentido, tratando de integrar a los ganaderos en la cadena de valor, desde la producción en el campo hasta la venta del producto al consumidor.

4. Se considera importante trabajar en la diferenciación de nuestra producción. En este terreno las marcas de calidad son importantes. En concreto, la IGP (Indicación Geográfica Protegida) Ternera Asturiana tiene todavía un gran recorrido en el futuro al representar en 2014 un volumen de sacrificio de 5.470 toneladas, lo cual supone aproximadamente una cuarta parte de la producción de bovino en Asturias.

5. Se han señalado una serie de problemas que actualmente frenan el desarrollo del potencial cárnico de Asturias y que han de ser tenidos en cuenta en el futuro, tales como: la estacionalidad de la producción dificulta el abastecimiento del mercado con productos homogéneos, fuga de terneros para su cebo en otras regiones por falta de cebaderos, problemas logísticos por la atomización y dispersión de los productores, no se pone en valor la carne de vacuno mayor, existe superficie infrautilizada de titularidad pública que podría destinarse a la producción cárnica, etcétera.

6. Se debe apostar por la innovación técnica, lo cual permite diferenciar la producción y abarcar distintos segmentos de clientes buscando el crecimiento del sector. En Asturias existen centros tecnológicos y de investigación que trabajan en esta línea y cuyos proyectos y resultados han de tomarse en consideración para poder afrontar el futuro con ciertas garantías de éxito. En la jornada su expusieron los resultados de varios proyectos de Asincar y del Serida que mostraban distintas alternativas para producir y comercializar nuevas carnes y productos cárnicos destinados a diferentes segmentos de clientes.

7. La competitividad tanto de las explotaciones como de las empresas se ve mermada por el reducido tamaño de las unidades productivas al igual que por problemas de eficiencia. Los problemas de tamaño se deben abordar aplicando cierta innovación organizativa, donde según se comentó las cooperativas podrían tener un papel importante. Por su parte, la mejora de la eficiencia operativa tanto en las explotaciones como en las empresas precisa una atención especial a la formación del personal, al igual que a los procesos de gestión y de asesoramiento. Una vez más, en este aspecto se ha de considerar el papel que deben desempeñar los centros de investigación citados, a los que se hay que sumar la Universidad.

8. Las Administraciones Públicas deben contribuir a que se produzcan puntos de encuentro entre los agentes sectoriales para la puesta en marcha de acciones que permitan mejorar la competitividad del sector y su peso en la economía regional. No obstante, en última instancia, los agentes sectoriales (ganaderos, cooperativas, industria, distribución) son los que han de desarrollar las iniciativas más adecuadas para la mejora de la competitividad, el crecimiento y la generación de rentas adicionales para todos ellos.