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Ordeñando incertidumbres

"De nada sirve la libertad de no estar sujeto a cuotas porque es imposible competir con las grandes industrias", dice Floro Marcos, ejemplo de la nueva generación ganadera asturiana

Una vaca pasta en una de las fincas de Porciles (Salas). TERESA SUÁREZ

Florentino Marcos, más conocido como Floro, dirige desde 2013 junto a su madre Georgina Fernández una ganadería en Porciles, en el concejo de Salas. A sus 36 años forma parte de la cuarta generación de ganaderos de esta explotación familiar. Es el continuador de una tradición que comenzó con su bisabuelo materno, Benigno Fernández. Floro representa a una nueva hornada de jóvenes campesinos que lucha por sobrevivir en este siglo XXI y seguir produciendo leche en Asturias. Los productores de su quinta tienen por delante un reto que podría de calificarse de histórico: desde la pasada primavera se terminaron las cuotas lácteas, que se habían puesto en marcha en 1986. Ahora, todos tendrán que navegar en un mercado liberalizado y muy competitivo.

"De nada sirve que las cuotas hayan desaparecido. Sigue habiendo exigencias por parte de cada empresa con la que trabajamos. Ahora estás más sujeto, si te pasas de producción te multan y si no llegas, te restan el cupo de producción", detalla Floro. La mayor parte del sector está sometido a la incertidumbre. Una buena parte de los ganaderos asturianos son partidarios de crear una marca distintiva que indique el origen de la leche para así mostrar su calidad al consumidor. Floro, en cambio, no se muestra optimista con la viabilidad de esa marca. "Pienso que no es una idea viable a gran escala. Por ejemplo, si a una multinacional le falta leche de un sitio la va a coger de otro lugar". Este ganadero salense considera que la desaparición de las cuotas lácteas impuestas por la UE puede parecer, a primera vista, una medida para favorecer la producción, pero no es así. "De nada sirve esta libertad cuando es imposible competir con las grandes industrias. Ahora produciremos más cantidad, pero a menor precio y seguiremos perdiendo dinero", asegura Floro. Y añade: "El pequeño ganadero tan solo podrá hacer frente a este cambio abaratando costes. Por ejemplo en la alimentación, y eso afecta completamente a la producción".

Floro subraya que, en esta carrera por producir más en un mercado completamente liberalizado, Asturias tiene un hándicap en su geografía. El norte de España es montañoso y, mayoritariamente, las parcelas son pequeñas y disgregadas, nada tienen que ver con la explotación latifundista y llana en su mayor parte que caracteriza al sur del país. Sin duda, parece que el futuro de la ganadería asturiana es incierto pero también hay que tener en cuenta la pujanza de las nuevas generaciones ganaderas, que no han dejado de reinventarse, generando nuevas maneras de gestión y producción. Y así, en los últimos años, la condiciones de vida y de trabajo en el campo asturiano han experimentado una gran mejoría, sobre todo gracias a la evolución de la tecnología, presente cada vez más en el día a día del ganadero. Así lo cuenta José Antonio Bercejo, carpintero retirado y vecino de la zona: "Antes, el trabajo rural era completamente esclavo, no había lugar para el descanso, incluso estaba mal visto, si una persona terminaba antes de la hora y tenía la oportunidad de tomarse una cerveza con los amigos era considerado un vago, y eso era lo peor que te podían llamar". Pese a todos los avances el campo continúa necesitando una atención constante los 365 días del año. Como dicen algunos ganaderos: "Las vacas son muy esclavas".

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