María del Mar González Fernández volvió a su pueblo, Murias, en Aller, después de residir quince años fuera. La idea que llevó a esta mujer de regreso a su localidad natal fue poner en marcha un proyecto que hace tiempo le bullía en la cabeza y cuya realización y puesta en marcha fue posible gracias a otra emprendedora como ella, Paula Fernández Marín. La primera es ingeniera técnico forestal. La segunda es ingeniera industrial. Mas, al final, las vueltas que da la vida y, al tiempo, la necesidad de encontrar un horizonte común hizo que ambas se unieran en una empresa pionera en Asturias: la venta de golosinas, "chuches", ecológicas.

"Siempre tuve la idea de trabajar en ecológico en mi pueblo. Trabajaba en una empresa y tras tener a mi hija estuve unos años dedicada de pleno a ella. Buscaba un trabajo que me permitiera compatibilizar ser madre y, al tiempo, ocuparme de mi empresa. Yo vivo en una casa en Murias y tenía otra pequeñina a la que quería darle algún fin. Tras buscar varias cosas vi que había un nicho vacío en cuanto a 'chuches' ecológicas; hablé de este proyecto con Paula y decidimos sacarlo adelante trabajando aquí", recuerda María del Mar. Así nació La Casina del Dulce, nombre con el que comercializan golosinas ecológicas traídas desde Valencia. "Las presentamos de forma atractiva, las envasamos y vendemos con todo tipo de detalles, huyendo del tópico de la rusticidad porque creemos que también se pueden hacer cosas modernas en los pueblos", añade Paula.

Gominolas de todo tipos y formas, nubes, ositos, cocacolas, chupachups, pica pica, lo cierto es que la variedad de "chuches" ecológicas sorprende. Ambas matizan que estas golosinas son mucho más saludables, pues "no se utilizan emulgentes, ni conservantes, ni colorantes, ni transgénicos ni nada de eso. Azúcar, zumos naturales e inclusive yogur son sus componentes".

También son elaboradoras de repostería propia. Famosas son sus galletas ecológicas "Antoñitas", llamadas así recordando lo que les decían sus familias cuando les comunicaron el proyecto empresarial que iban a poner en marcha. "Sí, nos llamaban Antoñita la Fantástica, no lo tenían tan claro como nosotras", dice sonriente María del Mar. También elaboran casadiellas ecológicas y, en septiembre, sacarán una nueva línea de galletas "Antoñitas", con distintos sabores. Eso sí, destacan que tienen que traer de Galicia la manteca certificada en ecológico porque en Asturias no encuentran quien la haga. "A ver si alguien se anima a fabricarla", dicen. Ambas son defensoras de vivir y trabajar en los pueblos. "Las zonas rurales ofrecen muchas oportunidades que se están desperdiciando. Es más fácil emprender en una zona rural que en la urbana. Se pueden hacer muchas cosas en los pueblos y no sólo relacionadas con la ganadería o agricultura", dice María del Mar.