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Me quedo en el pueblo

Las gallinas más felices viven en Bospolín

Carolina Silvestri, licenciada en Veterinaria, es hilandera y productora de huevos ecológicos junto a su marido, en Cabranes

Carolina Silvestri con una de sus gallinas en los brazos, junto al ponedero realizado en madera por su marido.

No es de extrañar que las gallinas que cuida como oro en paño Carolina Silvestri Vargas en su granja, La Carbayera, en el pueblo cabranés de Bospolín, sean de las más felices del planeta. Se nota incluso a la hora de hacerles una fotografía. Y es que, en vez de escapar corriendo prao abajo, las aves se acercan a su dueña y caminan junto a ella sin el más mínimo miedo. El carácter de esta mujer extrovertida y al tiempo gran enamorada del campo proyecta el espíritu de la granja que junto a su marido, Chris Baldwing, pusieron en marcha hace tres años en este rincón de Asturias que eligieron para vivir.

Nacida en Italia, de madre colombiana y padre italiano, vivió buena parte de su vida en Madrid. "Yo amaba Madrid, pero siempre supe que era una persona de campo. Me licencié en Veterinaria y trabajé unos años como tal en Ávila, donde tuve unos años una clínica. Luego me fui para Inglaterra, donde viví dos años y donde conocí a mi marido, Chris Baldwing, director de teatro. Elegimos Asturias para vivir y poner en marcha nuestro proyecto común de granja ecológica y permacultura porque esta tierra fue siempre el sueño de mi vida; ya en Inglaterra buscaba por internet una casa aquí y así fue como encontramos ésta", recuerda esta mujer, que es también especialista en soberanía alimentaria y agroecología.

En La Carbayera de los Cuatro Vientos llevan viviendo tres años y ya son productores de huevos ecológicos que venden bajo el nombre de 150 Gallinas. Aunque la producción está a nombre de Chris, actualmente, junto a su actividad como hilandera y tejedora, además de estar en proceso de rehabilitación de su casa, es Carolina quien se ocupa de los animales, pues su marido, director de teatro, se encuentra estos meses a caballo entre Polonia y su casa en Bospolín, pues es uno de los directores de la Ciudad Europea de la Cultura 2016, en Wroclaw (Polonia). "Está trabajando allí. Va y viene", señala Carolina, quien al tiempo recuerda que aquí "desde el mismo momento en que llegamos nos sentimos muy a gusto. Los vecinos nos acogieron muy bien". Ella, que aprendió a hilar sola hace más de 24 años en Madrid, afirma que la lana, su cultura y el oficio de hilandera y tejedora es otra de sus pasiones, que además ejerce. En cuanto a las gallinas, actualmente tienen treinta aves, "un número bueno para empezar y ver cómo funcionamos. Si va bien, esperamos llegar a las 150, ni una más".

El bienestar de los animales y su cuidado se reflejan en el producto: "Huevos ecológicos de gallinas felices", reza su lema. Sin embargo, ninguno de los dos busca una expansión de la producción. "La tierra decide lo que vamos a producir, no nosotros. El campo no es sólo un sitio para vivir sino también para poner en marcha un tejido productivo, para promover una reestructuración social. Hay que promover el apoyo mutuo y aprovechar el trocito de tierra que se puede, sin excederse, la tierra da lo que da. Yo trabajo mucho y sigo el ritmo de la naturaleza. Eso sí, estamos en el siglo XXI y tenemos que adaptarnos al momento que vivimos", dice esta mujer, que junto a su marido se iniciarán en breve en la permacultura.

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