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Empresarias a la antigua usanza

Noelia Seoane y María José Domínguez regentan en Oviñana un local donde venden desde quesos y chorizos hasta tarjetas gráficas y complementos de moda

María José Domínguez García, en primer término, y Noelia Seoane López, ante el mostrador. ANA PAZ PAREDES

La frase "hace más el que quiere que el que puede" es una máxima para Noelia Seoane López y María José Domínguez García, dos mujeres que en el pasado mes de octubre cumplieron un año al frente de su negocio, La Tiendina, en Oviñana, un local que mantiene una decoración tradicional y cálida, donde se ofrece lo de toda la vida en las tiendas de los pueblos, pero además adaptado a las necesidades presentes, con demanda de nuevos productos, y no sólo en el campo de la alimentación, también en moda, complementos, droguería, perfumería e inclusive fotografía. Lo mismo hay quesos asturianos que embutido tradicional, fruta y verdura, tarjetas gráficas, bolsos, sombreros, perfumes, bisutería o productos elaborados en Oviñana.

El trabajo duro no es nada nuevo para ninguna de estas emprendedoras. Cada una de ellas ha tenido un largo recorrido laboral, a pesar de su juventud, y ahora acumulan experiencia sobrada en luchar por lo que quieren. María José Domínguez, casada, madre de un niño de 3 años y residente en el pueblo de Valdredo, recuerda que ya desde niña supo lo que era trabajar: "Yo soy nacida en Cudillero y recuerdo que a los 11 años ya ayudaba en casa colocando el pescado en las cajas. Y cuando en verano tocaba fiesta yo me iba a 'pradiar' con la familia, cargando junto a mis hermanos paca de hierba seca para los animales", afirma.

Desde muy joven empezó a trabajar y además de estar empleada en la fábrica de mariscos también ejerció labores de limpieza.

La historia de Noelia Seoane, casada, y con dos hijos, de 16 y 10 años, aún es más peculiar, pues fue ganadera. "Yo soy de Gijón y trabajaba de cajera en un supermercado. Cuando llegaba a casa me ponía la funda y me iba a la cuadra a catar las vacas de mi suegro, por aquel entonces unas 120 cabezas. Conocía a casi todas por el nombre. Estuvimos 14 años con la ganadería. Cuando mi suegro se tuvo que jubilar por problemas de salud, y viendo que estábamos trabajando cuatro personas y no sacábamos para un sueldo, decidimos venderlo todo en el último año que se podía vender la cuota láctea. Entonces me puse de nuevo a buscar trabajo limpiando en casas, algo que sigo haciendo en mis descansos, y también ejerciendo de pinche de cocina en restaurantes. Finalmente nos surgió coger esta tienda el año pasado y aquí estamos", rememora.

Ambas son autónomas. Cuando se pusieron al frente de esta tienda, a la que acuden tanto gente del pueblo como turistas o quienes tienen allí su segunda residencia, lo hicieron como dos emprendedoras que buscaban, además de ganarse un sueldo, conciliar la vida familiar y laboral. "Nosotras lo hemos conseguido porque trabajamos a turnos por ese motivo. Abrimos todos los días del año, excepto el 1 de enero. Los principios fueron difíciles y fuimos aprendiendo sobre la marcha", señala María José, al tiempo que Noelia añade que "los tres primeros meses fueron de mucha tensión, pero también con buenas expectativas. Después de un año, el balance no puede ser mejor. Estamos muy contentas con nuestra clientela y además viviendo en el pueblo, donde queremos".

En cuanto a la posibilidad de que otros sigan su ejemplo, Noelia es clara al afirmar que "Oviñana es un pueblo con muchas posibilidades, sobre todo turísticas, y no todos los pueblos son así. Cuando piensas en un proyecto en la zona rural es importante saber con qué expectativas cuentas".

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