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Me quedo en el pueblo | El Caspio, Pintueles

Ideas nuevas en el campo asturiano

Vero Menéndez y Hugo García producen en Piloña frutas y hortalizas deshidratadas desde su llegada en octubre

Vero Menéndez y Hugo García, con una muestra de sus productos artesanos deshidratados. Al fondo, jugando, su hija Luz. Ana Paz Paredes

Vero Menéndez y Hugo García son la positividad en persona. Estos jóvenes asturianos transmiten además pasión cuando hablan de las bondades de residir en el campo, pero antes de decidir trasladarse a vivir al pueblo de El Caspio, en Pintueles, ambos viajaron y conocieron mundo. Vero, que estudió Gestión y Administración de Empresas, empezó pronto a trabajar en Avilés en una oficina, pero ella misma matiza que no le gustaba. "Lo dejé y me fui al Pirineo catalán unos seis meses y luego seguí viviendo en pueblinos", dice.

Hugo, por su parte, y con 20 años, se trasladó a Barcelona, donde estudió Imagen y Sonido. Como su compañera, también dejó la ciudad para viajar hasta Latinoamérica y conocer, in situ, cómo era la vida rural en varios países por los que pasó. "Al volver a Avilés me reencontré con Vero. Los dos teníamos la misma idea de vida y después de estar un tiempo en Chile y en Argentina decidimos regresar para establecernos, finalmente, en un pueblo de Asturias".

La decisión de encontrar su lugar en el mundo en El Caspio tiene sus razones. No sólo les gustó la zona, sino que Piloña está junto a Cabranes, uno de los concejos asturianos en los que bulle la actividad empresarial emprendedora de un buen montón de jóvenes. También influyó el nacimiento de su hija Luz. "Cuando nació la niña tuvimos muy claro que queríamos vivir en un entorno rural, en un pueblo", recuerda Vero.

Hace pocos meses comenzaron a dar a conocer su producto, sin duda innovador teniendo en cuenta que está totalmente realizado en el pueblo, de forma artesanal y por ellos. Se trata de frutas y hortalizas deshidratadas que comercializan con el nombre de Golosanas Neorrurales: manzana, kiwi, fresa, piña, naranja, plátano y otras frutas y verduras que sorprenden por la intensidad de su sabor y sus propiedades. "Es otra forma de conservar los alimentos y además es un producto que a los niños les encanta, no sólo a los adultos. Nosotros utilizamos una deshidratadora eléctrica y, desde luego, no es fácil cogerle el punto a cada alimento, pero lo vamos logrando.", señala Hugo, quien, al tiempo, recuerda todas las propiedades de estos alimentos deshidratados: conservan su azúcar, no se pierde ninguno de sus nutrientes y por eso son una estupenda fuente de vitaminas y minerales. Aportan energía y ayudan a reducir el estreñimiento.

Vero Menéndez recuerda que venden a grupos de consumo y también en redes sociales, además de en algún mercado. Tanto para ella como para Hugo el regreso al campo y vivir en él y de él es una opción viable: "Es más fácil buscarse la vida en el campo, tienes más recursos, hay agricultura, puedes cultivar tu huerta y hay mucha economía de trueque tanto de comida o ropa como de servicios. Se cubren las necesidades con poco dinero, que queda para los gastos de casa". Y añade: "Se trata de volver al campo pero aprovechando los medios del siglo XXI, por eso aquí nos vendría muy bien tener mejores conexiones de internet. Estaría bien que el Ayuntamiento nos pusiera más repetidores", apunta.

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