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Me quedo en el pueblo

De Madrid al cielo de Malleza

Sara Coleto y Pepe Viña encontraron su hogar en el pueblo salense, en el que pusieron en marcha el año pasado un alojamiento rural

Sara Coleto, con algunos de los productos que ella misma elabora.

Tanto Sara Coleto como Pepe Viña siempre quisieron vivir en el Norte, y a ser posible, en el campo. Pepe, nacido en Gijón y criado en Cantabria, se trasladó a la capital de España para trabajar como informático. Allí conoció a su mujer, a su vez maestra, quien trabajaba como educadora social. También allí nació su hija Luna. El hecho de ser padres fue el pistoletazo de salida para dar finalmente el paso para cambiar radicalmente su vida. "Madrid es una ciudad un tanto hostil: mucho ruido, muchas prisas, no nos gustaba la sanidad, es una ciudad con mucho estrés", señala ella al tiempo que Pepe añade: "Cuando tuvimos a la niña ya decidimos que queríamos tener y educar a nuestros hijos en el campo, con una vida más tranquila, criarlos en un entorno natural. En Madrid hay inseguridad y además está todo muy caro", añade.

Tras una continua búsqueda de empleo, finalmente Pepe encontró un trabajo como informático en Langreo, en una multinacional, con lo que se trasladaron hace años a vivir a Sama, tiempo durante el cual Sara trabajó, a su vez, en el ramo de la hostelería. Eso sí, siempre buscando su casa en el pueblo, como ellos recuerdan. Durante su estancia en Asturias nació su segundo hijo, Samuel.

"Encontramos la de Malleza gracias a Paulino Lorences, que es como un padre postizo para nosotros. Estaba en su día dedicada también al turismo rural, con lo que nos limitamos a darle un lavado de cara y, al mismo tiempo, a convertirla en el lugar cálido y acogedor que siempre hemos buscado nosotros en otros alojamientos similares, para ofrecérselo a quienes nos visiten", señalan ambos.

Así fue como en mayo de este año Sara y Pepe cumplieron su primer año al frente de la casa rural La Andayona, con tres trisqueles y cinco habitaciones que ofrecen en total doce plazas. Ambos se muestran contentos con el saldo del primer año. "Hemos cubierto gastos y hemos superado el difícil comienzo. La gente sale muy contenta y funciona mucho el boca a boca, de hecho ya tenemos gente que repite este año", dice Sara, mujer creativa y luchadora que cree en la autosuficiencia. Tal es así que ella misma fabrica diversas mermeladas, además de cremas, desodorante, pasta de dientes y el jabón de la lavadora. Pepe, que trabaja como informático, elabora los fines de semana junto a su mujer los panes que se sirven en los desayunos, entre otros productos. No faltan a la mesa, dependiendo del día, galletas de todo tipo, frixuelos con leche de soja y harina integral, huevos caseros y mermeladas a cual más original. "Lo hacemos todo nosotros, éste es un desayuno muy asturiano, queremos que la gente quede satisfecha", recuerda ella.

Ambos están muy agradecidos a los vecinos. "Desde el principio nos acogieron muy bien, nos han ayudado mucho y nos aconsejan con cariño. Somos conscientes de que cada día estamos aprendiendo y esperamos poder cultivar pronto nuestra huerta y tener también nuestras abejas. Eso sí, paso a paso, con tranquilidad y sin prisas, disfrutando de vivir aquí", señalan.

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