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Me quedo en el pueblo | San Julián (Bimenes)

Chacinera de segunda generación

Silvia Corte y su hermano Ramón son los continuadores de una empresa que puso en marcha su madre en 1986 en el concejo yerbatu

Silvia Corte, en la escalera de acceso a la casa, en La Vega de San Julián.

Silvia Corte Sánchez es una mujer acostumbrada a no parar durante las horas de su jornada laboral. Lo mismo empaqueta unos chorizos como los etiqueta, vende a dos o tres clientes y, entre idas y venidas, responde a las preguntas de la entrevista. Ella, su hermano Ramón y el marido de Silvia, Nicanor Velasco, son quienes están al frente desde hace algo más de dos años y tras jubilarse su madre, María Elena Sánchez Fernández, de la empresa chacinera que esta última puso en marcha allí donde vivía y lo sigue haciendo, en la localidad de La Vega de San Julián.

"Mi madre sigue viviendo aquí encima, en la casa familiar. Yo también vivía aquí hasta que me casé. Entonces marchamos para la Pola, aunque en realidad allí es donde menos tiempo estoy, pues casi todo el día, entre idas y venidas, los paso trabajando aquí, en la fábrica", señala ella, que se siente a gusto con su elección de continuar, junto con su hermano, al frente de esta fábrica artesanal que puso en marcha su madre, María Elena Sánchez Fernández en 1986. "Empezó mi madre y un hermano. Al poco tiempo éste lo dejó y siguió mi madre sola. No me gustaba estudiar y entonces no te queda otra que ponerte a trabajar. Yo aprendí el oficio con mi madre, lo sé hacer todo, amarro, embuto, me ocupo de la contabilidad, en fin, todo que haga falta. Mi hermano se encarga concretamente de repartir", dice.

Lo cierto es que nadie esperaba, cuando María Elena Sánchez inició su actividad chacinera, que la empresa crecería y prosperaría tanto en esta localidad de Bimenes. "La materia prima la compramos a mataderos. Hacemos chorizo, morcilla, criollo y picadillo, todo sin gluten ni lactosa. Aquí siempre se mató el gochu y seguimos con las mismas proporciones que nos enseñó mi madre. Tuvo tanto éxito gracias al boca a boca, y jamás pensamos que la fábrica iba a crecer y evolucionar tanto con el paso de los años. A día de hoy tenemos una producción semanal de entre cuatro y cinco mil kilos de chorizo y morcilla", matiza.

Con el nombre de fabrica de embutidos La Vega de San Julián, el crecimiento de esta empresa familiar tuvo, además, como consecuencia positiva la creación de ocho puestos de trabajo en el medio rural. "De Bimenes hay cuatro personas. También hay un chico de Nava, otra chica de la Pola y otra que vive en Oviedo", recuerda.

Sobre el futuro del campo y la ganadería, Silva Corte es muy clara: "Aquí queda sólo una persona con una ganadería amplia y luego gente con unos pocos animales. Dos de los chavales que trabajan aquí son ganaderos. Vienen por la mañana y por la tarde se ocupan de sus vacas, que tienen muy pocas, pero son muy vocacionales, es porque sienten auténtica pasión por ello, pero no porque les dé para vivir, ni mucho menos".

En cuanto a las posibilidades del campo para vivir y trabajar esta empresaria rural afirma que "si hay trabajo, se puede vivir en el pueblo. Lo que pasa es que no lo hay o bien el que hay no gusta, no resulta atractivo. También es muy importante estar bien comunicados. La vida del agricultor y del ganadero es muy dura, no hay descansos ni vacaciones, pero trabajar la huerta, tener las vacas, es algo que tiene que gustarte. Yo no conozco ningún pequeño ganadero o agricultor que se haya hecho rico con ello. En mi caso al menos tenemos una industria y es diferente, tienes tus horarios y eso te permite compaginar trabajo y familia", matiza.

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