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Me quedo en el pueblo | Premió

Ferrero e ingeniero a un tiempo

José María Lobo es el continuador del trabajo artesano de su padre y reparte su vida entre el taller y la realización de un máster en Minas

José María Lobo Manrique, con algunas de las navajas en el taller de Premió, en Las Regueras. ANA PAZ PAREDES

José María Lobo, vecino de Posada de Llanera, se licenció como ingeniero técnico de minas con especialidad en Instalaciones Electromecánicas en 2011. Malos tiempos para iniciar la búsqueda de trabajo en aquello para lo que se preparó, como él mismo dice: "Justo cuando acabé estaba la crisis en pleno auge. Como tantos también pensé en marchar, pero la cosa tampoco es fácil. Tengo amigos que marcharon al Reino Unido y no resulta barato, al menos necesitas al principio unos 2.000 euros para empezar allí y buena parte trabajan como camareros y con ello aprenden el idioma. Yo soy de los que al final nos quedamos", señala.

Realizó algunos trabajos mientras estudiaba y, al año de licenciarse, y sin dejar de buscar empleo en lo suyo, empezó a formarse como ferrero con su padre, José María, un auténtico apasionado de este oficio y quien le ha enseñado cuánto sabe para adentrarse de lleno en el oficio artesano al que hoy se dedica y firma con el nombre de Lobo Artesanía, especializándose tanto en todo tipo de navajas y cuchillería como en herramientas antiguas. "A mi padre le llaman Lobo, y a mí, Chema. Empecé ayudándole con los acabados y terminé haciendo ya las piezas que firmo con nuestro apellido. Él siempre fue más tradicional y así me lo enseñó. Yo, con esa base, hago diseños más novedosos, voy innovando un poco porque creo que hay que ir adaptándose a los tiempos que vivimos, pero sin perder las raíces. Todas las navajas son únicas y diferentes, están hechas una por una, con formas y tamaños distintos. El acero viene de Albacete. Acero carbono y acero inoxidable en planchas que se cortan y se van dando forma. También elaboro las virolas y las empuñaduras utilizando madera y cuernos de venado o corzo. Yo soy muy perfeccionista. Éste es un trabajo artesano al cien por cien que voy dando a conocer, además del boca a boca y en las redes sociales, también en los mercados a los que acudo, como por ejemplo el próximo fin de semana, que estaré en el de Cenera", afirma. Al tiempo que espera llegar a trabajar en aquello que estudió, combina la artesanía con la formación y el reciclaje. "Hice un módulo de eficiencia energética y este año empiezo un máster en Minas, además de continuar con los estudios de inglés. No se puede estar parado y, con independencia de la artesanía, la formación nunca sobra".

En cuanto a vivir en el campo él defiende una tercera postura, un paso intermedio como el suyo en que vive en Posada, en Llanera, con su familia pero tiene su taller en Premió, en Las Regueras. "El taller está en un sitio muy bueno, en el campo, un lugar tranquilo donde es una gozada trabajar y crear, pero yo para vivir prefiero Posada, porque aquí tengo todo tipo de servicios, pero en el medio rural. Tampoco me gustan las grandes ciudades".

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