Igor Paskual abre una nueva fase en su ya larga vida musical. Es joven para el tiempo que lleva subido a los escenarios. Nació en vísperas de las Navidades de 1976, pero sus treinta tantos años han sido de provecho con la música, aunque también lo intentó con la arqueología (estuvo escarbando terrenos en Jordania para buscar asuntos originales de la civilización). Pero sí, al final su alma se vendió a los ritmos musicales. Se vendió cuando ganó un concurso de poesía al que acudió en compañía de Chus Neira (redactor ahora de LA NUEVA ESPAÑA): «Con lo que gané me compré una guitarra», cuenta Paskual.

Sin embargo, las inquietudes sonoras ya habían empezado en el Instituto del Cristo de Oviedo. Hasta hoy.

Esta semana publicó su primer disco en solitario, «Equilibrio inestable» (Pop up). Un título muy familiar que sacó de una reflexión de su padre cuando define la circunstancia de colocar las copas muy al borde de la mesa: «Mi padre», relata Igor Paskual, suele decir a quien tiene esa costumbre «que tiene el equilibrio inestable».

Y, ciertamente, se define también así el disco, por los distintos equilibrios rítmicos que maneja su autor, que van del pop a loops electrónicos o el country. Hay una aspecto de ese equilibro que es la madurez en las letras; ya no se inspiran en el torrente de la larga resaca de la era de «Babylon Chàt», cuenta su autor, que añade que, efectivamente, «Equilibrio inestable» (con foto y diseño gráfico de Panci Calvo) lo grabó con banda (con varios nombres habituales en el pop/rock asturiano, entre ellos Jorge Otero, Ángel Miguel y Alejandro Blanco), pero, argumenta el músico, el grupo ha sido un instrumento, un medio para alcanzar el objetivo: «Lo que mandan son las canciones», matiza, todas ellas obra de Paskual.

Es ciertamente un disco muy personal, muy pegado a su autor y muy recomendable, con varias perlas a elegir como «La Bahía», «Bipolar» o «Música para traicionar», por citar unas cuantas. Un álbum que Igor Paskual sacará a pasear en breve con una serie de directos (el primero de ellos el próximo viernes, día 18, en el Casino de Gijón) que aún plasmarán más su grado de energía.

Pero hasta llegar a este momento en solitario este guitarrista y compositor se pateó la música desde aquellos momentos en el centro de enseñanza, el Instituto del Cristo.

Igor Paskual nació en Donosti, pero de muy crío ya vino para Asturias, a vivir a Latores, aunque también vivió en Avilés y en Gijón (donde tiene su residencia actual). En el centro docente del Cristo abrió su campaña sonora con un grupo de rockabilly en compañía de Carlos Lana. Después tuvo otra banda de nombre «Risas Negras» hasta llegar a «Babylon Chàt», un grupo que revolucionó la escena. Sus componentes eran muy jóvenes, tocaban canciones de Marc Bolan («T.Rex») y le habían dado una vuelta a la imagen que imperaba en el momento con su aspecto glam: «Quitamos el aburrimiento; entonces eran todos indies, aburridos y vestían como sus hermanos mayores», ironiza Igor Paskual. «Babylon» tuvo historia (8 años) y mucho y buen efecto en la escena nacional.

Loquillo, un grande (como artista y físicamente), echó el ojo a Igor. Lo fichó como compositor primero, aunque al final también acabó con la guitarra de la banda.

Y sí, Igor Paskual ha tenido una carrera cargada de la que extrae varios momentos felices, pero, si hay que destacar, destaca su día cercano a «The Who», el «teloneo» en la gira 2007 a «The Rolling Stones» y, sobre todo, el álbum de Loquillo «Balmoral», «décimo mejor disco de la historia española según la revista "Rolling Stone"», apunta Paskual. Que no se olvida -entre esos momentos- de colegas de escena tan auténticos, creativos, «stonianos y madridistas» como el gran Guille Martín.